— ¿Cómo le fue señorita Lucy? — Pregunto Stefany.
—Yo diría que bien, pero ahora debemos de preparar todo, mañana salimos. primera hora.
— ¿Para donde iremos ahora? — pregunto Stefany.
—No lo sé, al hacerse público este video, no habrá lugar donde podamos vivir tranquilas, lo mejor sería contratar guardaespaldas, así no estaremos tan desprotegidas.
—Que sean unos bombones, para poder disfrutarlos en cualquier momento — añadió Stefany.
— ¿Que hemos hablado?
—Lo siento, ya es un impulso en mi — Stefany siempre justificando su falta de control sexual — le prometo que no me acostaré con ninguno de ellos, solamente me les pondré en cuatro — dijo en voz baja.
—He escuchado eso, ya basta.
Golpean nuestra puerta, salgo a ver qué pasa, era Antonia.
—Señorita Lucy, hay un cambio de plan, salen en 10 minutos, guarden sus cosas.
— ¿Eso por qué?
—No lo sé, yo solo transmito la orden.
—Chicas guardemos todo, salimos en unos minutos.
Parecían como hormigas locas, ni doblaron la ropa, solamente la tiraron y ya, de pronto llegaron tres camionetas.
—Hola mi tesoro, dijo nuestro Salvador bajando de la segunda camioneta.
—Hola muñeco ¿Que haces aquí?
—Sacándolas de aquí, se que la han tratado bien, pero no es la vida que merecen, volverán a Uruguay.
—Pero ahí nos reconocerán fácilmente.
—Lo se, debo de ponerlas en esta situación, no estarán solas, mis hombres estarán con ustedes, pero necesito enviarles un mensaje a la corporación, que ustedes no están solas, por eso permití que la entrevista sea presencial.
Se me acerca Lucía.
—Señorita, recuerde lo que le dijo Stefany, de la operación.
Ya lo había olvidado, subimos. alos vehículos, las chicas iban con la bebé en el vehículo de atrás, en cambio yo iba con nuestro acompañante, curiosamente el puso su mano en mi muslo.
— ¿Te gusta lo que tocas papi?
—Lo siento lo hice por impulso — el retiro su mano.
—Yo no lo he dicho para que la quites, si tú quisieras puedes hacerme tuya en cualquier momento.
—Como me tientas.
En eso sube un vidrio opaco que le tapaba la vista al conductor.
—Se que no he olvidado las pastillas.
En eso metió su mano en mi pecho, me empezó a acariciar.
—Mi cielo recuerda que doy de amamantar, si sigues así te saldrá leche.
Dejo de hacerlo, pero su mano se desvió a mi entrepierna, para evitar malas miradas, solo uso pantalones, el desabrocha mi pantalón y mete su mano.
—Que rico sentir tus manos papi.
Pero en eso un reloj comenzó a pintar, el se alejó y comenzó a realizar ejercicio de respiración.
—Lo siento mi amor, no puedo continuar, este reloj me avisa cuando mi ritmo aumenta, pero tú cuerpo aun me vuelve loco.
—Que lastima no se pueda, como quisiera tener de nuevo ese tuco de carne en mi.
El vehículo se detiene y el asoma por la ventana.
—Hemos llegado, aquí yo me despido.
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