Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 68

—Tu que haces aquí — grité.

—Pues vengo a vengarme por lo que me has hecho, no creas que dejaré que te salgas con la tuya.

—Sal de aquí o llamaré a seguridad.

—No te dejare.

En eso salgo corriendo hacia el teléfono, pero cuando estaba a punto de cogerlo el viene y me agarra, yo forcejeo con él, pero no lograba hacer nada.

— ¡SUÉLTAME! ¡SUÉLTAME! Es lo único que podía gritar.

—Cállate si no quieres que te lastimé.

—¡SUÉLTAME!

En eso me sostiene con una mano, mete su otra mano en su bolsillo y saca una jeringa.

—¡Cállate o te inyectó! Deberás de recordar esta inyección cuando fuistes llevado a la corporación.

Me quedé perpleja, como sabe el de éso.

—Asustada Verdad, pues nosotros estamos en todos lados, quien crees que metió a edad dos ahí, fui yo, pero me mandaron a investigar a una recién comprada, ver si realmente no era una amenaza o necesitábamos deshacernos de ella.

—Yo no he dicho nada.

—Te equivocas, la dirección que te di era falsa y te se la diste a alguien más, lo recuerdas, se la diste a un Detective, bueno ex-detective.

—El me obligó, pero yo no he dicho nada más, lo juro.

—Te creo, pero está presentación es para que sepas no puedes esconderte de nosotros, vayas dónde vayas ahí estaremos a y por tu amiguita, ella seguirá en la granja, tu plan de sacarla no funcionará, ella es una muy buena putita, se come lo que sea y tiene encantado a muchos hombres con ese culo.

Yo me quedé callada, quería tirarme sobre el y ahorcarlo, pero no era rival.

—Ahora si, dame esa llave.

Le tire la llave de la habitación.

—Que tengas buen viaje Mónica.

El se va con una gran sonrisa en su cara, yo me sentía destrozada, me tenía que olvidar totalmente de este sitio, mi vida tenía que volver a cierta normalidad, había gestionado la reposición de mi tarjeta por teléfono decidí ir al banco y sacar todo el dinero, luego vendí mi auto y regresé a mi habitación, solo llevaría una maleta y era lleno de dinero.

Llegó la hora acordada y alguien golpea a mi puerta.

—Señorita Lucy, vengo a recogerla.

—Ya salgo.

Guarde todo en las demás maletas y salí de la habitación.

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