— ¿Qué pasa Maru? Te noto triste, algo no va bien, lo sé
— Terminé con mi novio y ahora vivo en un hotel, no me dio ni una semana para mudarme, me echó a la calle, ese malnacido es igual que Kobayashi
— Pero… ¿te terminó porque decidiste regresarnos el porcentaje?
— Sí, al parecer iba tras el dinero porque los últimos meses solo discutimos y me amenazó, si te cedía el porcentaje me iba a dejar en la calle, y cumplió
— Maru, no puedo dejarte en la calle, permíteme hacer algo por ti, el Garden tiene una pequeña y exclusiva zona de apartamentos, son 6 y haré que acondicionen uno solo para ti
— No es necesario, puedo sobrevivir por mi cuenta
— Voy a necesitar la dirección del hotel en el que te está quedando y por supuesto te quedes a almorzar
— Tú y Nicholas, estaban en medio de una buena mañana de sábado, no voy a interrumpirla
— Va a estar entretenido en su despacho por horas, acompáñame a mí y las niñas, además suena a que necesitas una amiga
— La verdad es que si, necesito una amiga
Admitió soltando su pena en mi hombro, pobre Maru, no se merece a un patán que se entusiasmó con “su dinero”. Ella no es solo linda, es una linda persona y yo personalmente la voy a cuidar. Ya lo decidí.
Una semana más tarde Maru, se mudó a uno de los apartamentos del Garden, organicé la mudanza tan pronto como se convenció de aceptar nuestra ayuda y es lo menos que puedo hacer, ver a mi Nic, tan aliviado y feliz me encanta. Se acabaron los problemas, de verdad que sí.
Y entonces un mes más tarde recibí la llamada de Carly, preocupada por su jefe, en cuanto me dijo que su malhumor se negaba a abandonarlo y que había despedido a alguien a causa de ello no lo dudé, dejé a Patts, a cargo de las niñas y me fui al hotel enseguida. Lo encontré gritándole a su director, pobre hombre no sabía cómo responder al rugido del demonio.
— Buenos días ¿hay algún problema?
Fue lo primero que se me ocurrió para interrumpirlos sin desautorizar a mi esposo. Por suerte el verme allí lo calmó y despachó al hombre enseguida exigiendo privacidad.
Intentando no expresar la preocupación que sentía con mi rostro, le sonreí a mi hombre y me acerqué a abrazarlo con fuerza, se dio cuenta enseguida de lo que estaba haciendo allí y se aferró a mis brazos con tanta fuerza que me asustaba soltarlo, temblaba y no sabía el motivo
— Vamos bebé, respira hondo y dame un beso
— Gracias por venir
— Oye, nos hace falta una cita ¿me invitas a almorzar señor Allen?
— La invito donde quiera señora Allen
Y allí, justo allí obtuve una pequeña y dulce sonrisa de su parte, le encanta tener oportunidad de llamarme así, ahora es oficial, cambié mi identificación y todos los documentos para que estuviera feliz. Hicimos que los abogados dividieran los bienes del hotel en un 50 por ciento para cada uno, Nic, insistía en que estuviera todo a mi nombre en caso que algún día le ocurriera algo, lloré como tonta al escuchar esa preocupación, me muero con él, si se va de mi lado. Así que le exigí dividirlo a la mitad, corro el mismo riesgo que él, pero no quedó satisfecho. Hicimos un testamento. Un maldito testamento a mis casi 29 años ¿lo pueden creer? Fue aterrador, esperaba no tener esa conversación hasta dentro de ¿qué, otros 29 años?
Pero dio resultado, Nic, se calmó y yo me calmé. Así funciona esto, si el sufre, yo sufro, si las niñas lloran definitivamente yo lloro. Ahora en su despacho, abrazados pude admirar el caos, papeles, archivos, correspondencia, parecía que un tornado pasó revolviendo todo, dejando el desastre.
Me besó como solo él sabe hacerlo, quitándome el aliento con su intensidad, su pasión, su lengua me excitaba como loca. Pero seguía no estando bien y no podía dejarlo pasar.
— Quiero que me digas la verdad, nunca antes habías hecho este desastre ni despedido gente por tu cabreo ¿qué pasa realmente contigo amor?
— Esto es todo, no puedo Danielle, no puedo hacerlo —confesó agobiado, sintiéndose emocional, vulnerable, mi bebé gigante me rompe el corazón verlo así
— También es difícil para mí, pero confío en Patricia, no permitirá que nada les suceda
— Es que…, no quiero dejarlas…, me siento culpable, no puedo concentrarme y tampoco es justo para el resto que desquite mi frustración con ellos —sabía que se trataba de eso
— Lo eh estado intentando, no puedo volver a la normalidad porque, porque nuestras vidas no son como antes, no quiero volver atrás, te prometo que lo intenté Dani, pero no puedo, no puedo estar lejos de ellas
— No te agobies, lo sé, cada día pasabas menos tiempo aquí y no duermes mucho, pero no vuelvas a guardártelo solo para ti, tienes que contarme si algo te molesta, quiero ayudarte
— Lo prometo —suspiró calmándose y besándome para cerrar su promesa
— Ya puedes irte con las niñas
— Eres increíble, pero no me voy sin ti —me atrajo a su pecho con tanta delicadeza que casi me derrito
— Acabemos por hoy, no más trabajo —estoy muy de acuerdo en irme con él
— Mencionaste una cita, tengo que darte la mejor cita del mundo ahora mismo
— Solo quiero sexo tontito —me excita cuando es tan cariñoso
— Entonces supongo que nos quedaremos un poco más en el hotel
¡Qué calor!
No lo resisto y me cuelgo de su cuello para besarlo en esos exquisitos labios que me encantan, me trata con cariño, con calma, se toma su tiempo antes de dejarme allí por 20 minutos antes de regresar con un tarjeta, supongo que no iremos a casa pronto después de todo.
Esto es como una película erótica. Subimos al ascensor tomados de la mano, no decimos ni hacemos más que mirarnos a los ojos con impaciencia, entonces la campanilla suena y me tira fuera de allí, vamos a la suite “luna de miel”, abre la puerta y eso es todo. Me pierdo en sus besos, sus caricias, su pasión, morderme los pechos es su nueva obsesión. Al menos conseguimos quitarnos la ropa antes de ir a la cama, me encanta como maneja mi cuerpo, como sabe lo que me gusta y cómo me gusta, eso es importante, me encanta mirar cómo se agarra su erección y me la mete. Creo que perdí la conciencia con todo el sexo que tuvimos. Como si fuera la primera vez…, claro que la nuestra no fue precisamente un cuento de hadas.
Fin

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