¡Sorpresa! Tuve Cuatrillizos con Mi Desconocido Esposo romance Capítulo 2392

Cauto se quedó helado. —¿Eh?—

Víctor estaba de buen humor ese día, así que decidió hablarle un poco más a Cauto.

—Ape y los demás sospechan que yo soy el hombre misterioso, pero en realidad están equivocados —dijo Víctor—. Solo soy bueno para planear cosas, pero en todo lo relacionado al virus de octava generación, quien realmente toma las decisiones no soy yo.

—Cada jugada que hago es porque él me lo autoriza. Yo solo muevo las piezas después de que él me da el visto bueno.

Cauto frunció el ceño y preguntó: —¿Y quién es él?—

Víctor negó con la cabeza. —No lo sé—.

Cauto se sorprendió. —¿No sabes quién es?—

Víctor entrecerró los ojos y respondió:

—Por eso digo que él es el verdadero hombre misterioso. Ni siquiera yo sé quién es, imagínate.

Cauto se moría de curiosidad.

—¿Pero no que detrás de ti siempre hay extranjeros? Hace rato escuché que habló un par de frases en mandarín, algo como del pueblo de Puerto Rafe...—

Víctor respondió: —Siempre que me contacta, me habla en mandarín. Por eso sospecho que es del pueblo de Puerto Rafe—.

Cauto preguntó de nuevo: —¿Y los gringos también le hacen caso a él?—

Víctor explicó: —Los estadounidenses son solo inversionistas. Ellos solo ponen el dinero y exigen resultados; no se meten en los detalles del proyecto, así que realmente no le obedecen ni nada por el estilo—.

Cauto no entendía bien. —Pero si todo el plan lo llevas tú, ¿por qué le haces caso a él?—

Víctor suspiró largo.

—Porque todo esto no fue idea mía, fue idea suya. Cuando me encontró, el virus ya estaba bastante avanzado.

—Además, todos los inversionistas los consiguió él.

—Cualquier cosa que necesito, se la pido y él me la consigue. Y cada vez que surge un problema grave durante la investigación, él se encarga de solucionarlo.

—Es muy capaz, de verdad. Yo le tengo respeto y no me molesta que él sea quien manda—.

Cauto volvió a fruncir el ceño y preguntó:

—¿Y en todos estos años, no te ha dado curiosidad saber quién es en realidad?—

Víctor contestó: —Por supuesto que sí. Lo he invitado mil veces a vernos en persona, pero siempre me rechaza. Dice que todavía no es el momento.

—También he intentado averiguar por otros lados, pero no he conseguido nada. Incluso los militares y las grandes empresas tampoco saben quién es—.

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