Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 16

Álvaro sintió que el odio lo consumía, miró a Nicol y tomó su brazo.

—¡Trajiste lo que te pedí! —exclamó

La mujer asintió, abrió su cartera y le mostró un pequeño gotero, los ojos verdes del hombre brillaron con malicia

Tomó el frasco y se alejó.

«Ya veremos cuánto te va a durar tu buena vida, Evana, pagarás caro, haré que dejes de ser una Ford, pero ¿Quién sabe? Tal vez te dejaré destinado un lugar en mi vida, ahora que el título de amante quedó vacante», pensó sonriente.

El baile terminó, pronto muchas parejas siguieron bailando, pero Marcus llevó a Evana a tomar asiento.

—No quise ser grosera con tu madre, lamento si crees que me pasé de la línea.

Él sonrió.

—No te angusties, Evana, lo hiciste bien, en realidad me agradó, mamá merece eso y más cuando es tan grosera.

Ella sonrió.

Álvaro habló con un mesero.

—Quiero que lleve esta copa champagne a la señorita ahí sentada, está copa debe ser, no ninguna otra, apenas pase la comida, ¿Entendiste?

Álvaro sacó dinero, y se lo tendió al hombre, guiñándole el ojo.

El mesero asintió.

—Claro señor.

Pilar escuchó todo.

«¿Qué le habrá puesto a la bebida de Evana Ford?», pensó

Stella se acercó a su hijo

—¿Qué pasa? ¿Por qué te ves tan feliz, Álvaro?

—Le he puesto un pequeño dulce a la bebida de Evana Ford.

—¡¿Qué dices?! ¡Oh, hijo! Ten cuidado, podrías afectar tu campaña para ser presidente de la empresa Ford.

—No te angusties, madre, quien debe angustiarse es mi patético tío, cuando la abuela repruebe a su mujer, y si se atreve a defenderla, sé que los abuelos dirán que Marcus Ford no es tan maduro para estar a cargo del patrimonio de la empresa, y tendrá que irse al exilio, otra vez.

—Está bien, pero cuida que todo te salga bien, hijo, no quiero peligro.

Pilar se quedó callada, estática, donde estaba, cuidando de no ser vista.

La fiesta avanzó, luego de la cena, Marcus fue con su padre, debían saludar a un competidor importante, pero solo fueron ellos dos.

Evana se mantuvo en la mesa, pronto un mesero le trajo una copa de champagne.

—Aquí tiene, su marido la pidió para usted.

Ella asintió, estaba por beberla, cuando Pilar se sentó a su lado.

—¡No beba, señora!

Los ojos de Evana se abrieron intrigados.

—¿Qué dices, Pilar?

—El señor Álvaro, lo escuché que puso algo en la bebida para que usted hiciera el ridículo, y así mi jefe fuera desprestigiado.

El corazón de Evana se empequeñeció, seguía la maldad de Álvaro, asintió leve.

Capítulo Dieciséis: Si desprestigias a una mujer, te desprestigias a ti mismo. 1

Capítulo Dieciséis: Si desprestigias a una mujer, te desprestigias a ti mismo. 2

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