Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 20

Pilar miró desde el umbral de la puerta, sintió su corazón romperse, se alejó de ahí.

Evana se alejó al instante, y Marcus no pudo evitar sonreír.

—Bueno, entonces, esta noche los veremos, papá, mamá, podremos celebrar.

—Felicidades, hijo.

Fátima detuvo a Evana, la hizo a un lado y le dijo al oído

—No olvides que tenemos un trato.

Evana asintió.

Marcus salió de la sala de juntas, siguiendo a su padre, pues los empleados le tenían planeado un discurso por finalizar la empresa.

Pilar detuvo a Marcus.

—Señor, lo felicito, quería decirle que, cuando vi a su madre y Álvaro hablando, temí lo peor, pero luego vi a su esposa hablando con su madre, y me calmé.

—¿Evana habló con mi madre?

—Sí, señor, fue antes de la junta.

Marcus asintió.

—Señor Marcus, ¿Podría darle un abrazo?

Él sonrió afable

—Claro que sí.

Pilar lo abrazó con fuerzas, era como su sueño vuelto real.

Cuando Evana salió de la sala de juntas y los vio juntos, no evitó sentir esa sensación, un recelo tremendo que la hacía perder la razón

—¿Hijo?

Pilar se apartó y Marcus volvió con su madre y su esposa, sin embargo, Pilar sintió la fuerte mirada de Evana Ford sobre ella.

«¡Quizas ha descubierto mis sentimientos», pensó.

Evana y Marcus subieron al auto, él condujo. Ella miró hacia el campo de lavanda cerca del camino, él se detuvo, era un día nublado, pero seco.

—¿Quieres ver?

Ella sonrió, salió tan rápido como pudo, admiró por encima de la barandilla, campos lavanda, el suave viento y un olor que le recordaba a su infancia, cuando eran tiempos buenos e inocentes.

—¿Qué hablaste con mi madre antes de la junta?

Evana le miró con estupor, ¿Acaso él era un radar?

—Cosas sin importancia —dijo, se negó a contarle sobre el chantaje, no quería opacar su triunfo.

Por la noche.

Evana y Marcus llegaron puntuales para la cena familiar, aunque Álvaro, Nicol y Stella se negaron a bajar.

—No importa, es suficiente con nosotros mismos —dijo Fátima.

Cenaron mientras Fátima hacía alusión a lo orgullosa que estaba de su hijo.

—Brindemos porque seas un gran presidente Ford, hijo —dijo Andrés.

Brindaron.

—Quiero que vengan a vivir aquí, Marcus, por favor, te extraño en casa, además, está mansión es tan grande, y vacía sin ti.

Marcus iba a negarse.

—Sería algo bueno —dijo Evana.

Marcus miró a Evana con estupor.

Capítulo Veinte: Celoso 1

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