La ambulancia llegó, Sabrina estaba muy asustada, lloraba.
Su padre tomó su mano, la sostuvo, luego vio cuando se la llevaron al hospital, temió lo peor.
Evana y Marcus tomaron un auto, fueron tras ella, seguidos del resto de la familia.
Antes de ir al hospital, Sabrina detuvo a Stella.
—¡Más te vale que ella no muera! O si no iré contra ti.
—No olvides que lo hicimos juntas.
Fátima la miró con rabia
—¿De que hablas, mujer? No tengo una sola idea de lo que hablas, ¿Quién podría creer en ti? —exclamó
Stella dio un paso atrás, impactada, ahora sabía que sería la palabra de Fátima contra la suya, y ella podría salir perdiendo.
En el hospital.
Al llegar, Sabrina fue llevada a urgencias, debían controlar el sangrado e intentar salvar al bebé.
—Ella tiene poco tiempo de gestación, si logramos salvar el embarazo, será un milagro —dijo el doctor.
Evana tomó la mano de Marcus, tenía mucho miedo.
—No quiero que pierda a su bebé, sé lo difícil que es perder a un hijo, no quiero que eso le pase a Sabrina.
Él la abrazó a su pecho.
—No pasará, verás que nuestro sobrino nacerá, seremos sus padrinos, Sabrina será feliz, la ayudaremos, amor mío, y pronto, cuando menos lo esperes, tendremos a nuestro propio hijo en nuestros brazos.
Evana abrió ojos grandes, una gran sonrisa se formó en sus labios.
—¿Nuestro propio bebé? Ese es mi sueño más grande, Marcus, tener nuestros hijos, que tengan tus ojos, y sean valientes e inteligentes como tú.
ÉL acunó su rostro, la miró con infinita dulzura
—Quiero que sean como tú, que nunca se den por vencidos, y puedan triunfar sobre los malos.
Él la abrazó de nuevo.
Jonathan Grimm iba caminando por ahí, hacia un apoyo a ese hospital, cuando los vio ahí, se quedó perplejo, vio al doctor que les dio indicaciones y de inmediato fue tras él.
—Hola, doctor Ramos, ¿Qué ha pasado con los Ford? ¿Tienen a un familiar enfermo?
—Sí, tienen hospitalizada a la hermana del señor Marcus.
—La hermana…
—Sabrina Ford, acaban de traerla hace unas horas.
Él se quedó de piedra, sus ojos se abrieron enormes.
—¿Qué le pasó?
—¿La conoces?
—Sí… —dijo asintiendo—. ¿Qué le pasó?
—Bueno, la mujer está embarazada, peor tuvo una amenaza de aborto, estamos tratando de salvarle el embarazo, es difícil, además tiene una anemia fuerte.
El hombre le mostró un ultrasonido.
—El bebé es tan pequeño que casi no podemos verlo, parece que iba todo bien, pero tuvo un sangrado, ahora solo debemos controlarlo, solo así, el bebé podrá seguir desarrollándose, ojalá que se salve, la pobre mujer no ha dejado de llorar, es tan joven, al parecer no tiene pareja, ve tú a saber quien es el canalla del padre que abandonó a una mujer tan linda y a un pobre bebé.
Jonathan dio un traspié, fue como si le lanzarán un dado envenenado, imposible de esquivar.
—Pero… ¿Crees que se salve?
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