Evana subió a la habitación, Marcus estaba arreglado para la cena, y la miró, frunció el ceño, confuso.
—¿Qué sucede? —exclamó al verla tan intranquila
—Pilar está abajo, dice que olvidaron revisar unos contratos.
—¿Contratos? ¡Oh, rayos, lo olvidé! Sí, cariño, debo ir, no tardaré mucho, cariño, luego cenaré.
—Te espero.
Él sonrió con dulzura al escuchar las palabras de su esposa.
—No, cena, mi amor, luego lo haré yo, no te malpases por mí.
Ella le miró con tristeza
—¿Qué pasa?
—Pilar lleva consigo un collar muy lujoso, dicen que se lo regaló un novio rico…
Él rio, adivinando sus palabras
—¿En serio? ¿No me creerás de tal tontería? Oye hablando de eso, Evana… Evana…
Él abrió su cajón y sacó estuche, ella lo miró con duda, cuando lo abrió se quedó boquiabierta
—Solo es un colar que te compré, le pedí a Pilar que me ayudara a elegir, supongo que es mujer, y tenía buenos gustos, al final yo lo elegí, solo quería que te quedara bien.
Él se levantó, ella sostuvo ese estuche con ojos enormes.
Marcus trajo aquel abrigo de piel, ella se quedó perpleja
—Espero que te guste.
Evana sonrió.
—¡Es demasiado! —exclamó sorprendida de sus regalos
—Nada es demasiado si se trata de ti, Evana, era para tu cumpleaños que es una semana, pero, con este drama, te adelantaste. No dudes de mí, Evana, lo que menos quiero es causarte inseguridad y dolor, si digo que te amo, que estoy contigo, es porque es real.
Ella se abrazó a su pecho, pudo escuchar el latido de su corazón, sonrió, besó sus labios.
—Tienes razón, perdóname si me he comportado como una niña.
—Te amo.
Ella sonrió, acunó su rostro, mirándolo con ternura
—Te amo, Marcus.
Él bajó para ir a revisar los documentos, pensó en Evana, nunca dijo un te amo con tal facilidad, ahora era ese día.
Sabrina estaba en su habitación, no bajó a cenar, se sentía fatal, lloró por mucho tiempo.
Cuando llamaron a la puerta, Evana entró, y traía una bandeja de comida.
—Traje esto para ti, me lo dio la empleada.
—No quiero, Evana
—Piensa en tu bebé.
—Es que mi estómago está cerrado.
—Tu bebé tiene que comer, no quieres que él tenga hambre.
Sabrina negó.
Bebió el té, y comió despacio.
—¿Tú ya cenaste?
Ella asintió
—¿Qué te pasa, Evana?
—Es que… Pilar está trabajando con Marcus en el despacho.
Sabrina la miró con duda
—¿Y qué tiene que ver?
—No lo sé, siento que ella… busca algo más, no sé si me explique.
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