Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 48

Jonathan Grimm no podía dormir, daba vueltas por su cama de un lado a otro, desesperado, decidió levantarse.

«¿Qué he hecho con mi vida? Me he casado con una mujer a la apenas conozco, y que ya espera un hijo mío ¿Un hijo? Sí, seré padre, pero, tengo miedo, no sé si podré ser un buen padre, y no como el que yo tuve, un borracho, que me lastimó tanto», pensó.

Cuando pudo darse cuenta, Jonathan estaba en la habitación que ahora le pertenecía a Sabrina, admiró su figura dormida en aquella cama, sus cabellos oscuros y su piel blanca, lograban contrastar con lo más parecido a ser una Ford, que era el color azul de sus ojos, tan parecido al de su padre y al de su hermano, dormía casi sin hacer ruido.

«Es una mujer bonita, pero, no la mujer que yo elegí», pensó

Sin embargo, su mano acarició su rostro, se sintió extraño, su corazón latió rápido y una mezcla de ternura lo invadió.

Se recostó del otro lado de la cama, de pronto, descubrió que se sentía muy bien estar ahí, a su lado, no se sentía solo, y dejó de sentir la ansiedad, desesperación que antes no lo dejó dormir.

Cuando ella se movió, él cerró los ojos, fingiendo dormir.

Sabrina se giró y lo miró ahí, se quedó perpleja

«¿Qué hace aquí en mi cama? Es un hombre tan perfecto y guapo, pero nunca me amará», pensó con tristeza.

Ella tocó su rostro, cerró los ojos, volvió a dormirse, buscó un refugio en su pecho, él no se lo impidió, ella se abrazó a él, él abrió los ojos sin ser visto, sentir su calor fue algo tranquilo, Jonathan cerró los ojos, se quedó dormido.

A la mañana siguiente.

Marcus y Evana iban en el avión.

Luego de casi cuatro horas, por fin llegaron. Marcus rentó un auto con un chofer y los llevaron hasta el hotel.

Al entrar, Evana se sorprendió, era la suite más elegante que jamás vio.

—¡Es hermoso! ¿Y por qué hay tantas cosas hermosas? Una botella de Champagne, rosas, chocolates, parece…

—¿Luna de miel? La realidad es que madre planeó la luna de miel de mi hermana, pero, ella no pudo venir, y recordé que no te di una luna de miel, por eso estamos aquí.

—Pero… ¿Y tú trabajo?

Él sonrió.

—El trabajo no me importa, ni la empresa, incluso todo mi dinero, sé que te he mostrado que es lo único que me importa, era antes de ti, pero ya no más.

Evana lo miró impactada, una sonrisa se formó en sus labios.

—Entonces…

Capítulo Cuarenta y ocho: Ella era mi destino 1

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