Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 57

—¡¿Qué has dicho?! —exclamó Marcus

—¡Es mentira, abuela! —gritó Álvaro desesperado

Fátima miró a su esposo con absoluta decepción

—Juraste nunca decir nada, Andrés.

—Lo sé, pero, si la vida de mi hijo está en riesgo, no me importa romper la promesa —dijo Andrés

Fátima negó, una lágrima corrió por su mejilla, sintió dolor que su esposo dijera la verdad, que ella no quería que nadie supiera.

—Entonces, es cierto, Ismael no es tu hijo… —dijo Marcus con la voz muy apagada

—No lo es, pero lo amé como tal, y a ti también Álvaro, incluso ahora te amo, pero, tu maldad me ha sobrepasado, no ha forma de salvarte, más que haciendo esto, echándote de mi lado, para que te hagas hombre.

—Te odio, juro que te arrepentirás de esto.

Álvaro subió la escalera, Nicol y Stella lo siguieron de inmediato.

—Álvaro no es malo, él no pudo hacer nada de lo que lo acusan, debe ser un error.

Marcus la miró con dolor.

—Es verdad, me creas o no, madre, lo que no puedo creer es… ¿Engañaste a papá?

—No voy a discutir este tema contigo.

Evana se acercó a Marcus y tomó su mano, intentó decirle que debía detenerse, que no podía juzgar a su madre.

—Deja a tu madre, Marcus, por favor.

Él aceptó las palabras de su padre.

Al cabo de un rato, Álvaro, Stella y Nicol volvieron con sus maletas.

—Te vas a arrepentir un día, abuelo, de la injusticia que has cometido conmigo —sentenció

Fátima abrazó a su nieto, luego lo vio irse junto a Stella y Nicol en un taxi.

La mujer miró a su marido.

—Esto nunca te lo perdonaré, Andrés.

Él la miró con tristeza, pero no dijo nada más.

Evana y Marcus estaban en la habitación, estaban acostados en la cama, él la abrazaba a su pecho.

—Lamento lo que ha pasado, no te enojes con tu madre, no olvides que también es una humana que se equivoca, como cualquiera.

Marcus sonrió y acarició su rostro.

—¿Por qué eres tan dulce e inteligente? ¿Cómo podría no amarte? Solo un tonto, un pusilánime como Álvaro te podría dejar, porque eres todo, Evana, todo y más.

Ella sonrió, besó sus labios con pasión.

—Te amo, Evana.

—Te amo —dijo ella mirándolo con ojos brillantes.

Evana acunó su rostro, lo besó con pasión.

En el departamento de Jonathan Grimm, él no podía dormir, Jonathan no lograba, aunque luchaba por conciliar el sueño, era raro, parecía que nada le importaba en la vida, pero saber que Sabrina lo odiaba, estaba lastimándolo.

Capítulo Cincuenta y siete: Todo lo que tengo en el mundo 1

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