Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 90

Evana y Marcus estaban recostados en la cama, ella acarició su rostro con suavidad, podía ver lo triste que estaba.

—Quiero ser tu lugar seguro, lamento esto.

Una lágrima rodó por la mejilla de Marcus, él se abrazó a ella, era su único refugio en el mundo.

—Esto tan cansado, Evana, al menos hoy, solo hoy, déjame dormir aquí, tus brazos son mi único lugar seguro.

Evana lo abrazó con más fuerza a su pecho, besó su frente, nunca lo dejaría solo, estaba segura.

Días despues.

Marcus y Evana cuidaban a su sobrino, mientras Sabrina y Jonathan estaban en revisión médica.

Evana estaba feliz, cargó al niño, y lo arrulló.

Marcus la observó con ojos brillantes, pensó en lo buena madre que sería, ahora anhelaba tener hijos, nunca deseó tenerlos en su pasado, pero supo en ese momento que solo se trató de que no conoció a la mujer correcta, ahora con Evana lo quería todo en la vida.

Evana sintió una incomodidad, estaban sentados en el jardín, sobre una manta, como en un picnic, ella se levantó, puso al bebé en las manos de su esposo.

—Amor, cuídalo un momento, debo ir al baño.

Él obedeció, cargó al bebé, sonrió al verlo, Andresito era pequeño, lo arrulló.

Evana fue al cuarto de baño de su alcoba, su corazón latió muy rápido, al entrar bajó sus bragas y se sintió desamparada.

Al ver la sangre de su menstruación, se sintió decepcionada.

Esperaba que este mes por fin hubiese conseguido un embarazo, pero no fue así, eso la frustraba, se quitó la ropa, se cambió con rapidez, se apuró a limpiarlo en el lavamanos.

Las lágrimas corrían por su rostro.

Ya vestida y limpia, se miró al espejo.

«¡Es como un castigo! ¿Será que nunca tendré la dicha de ser madre?», pensó con tristeza

Limpió su rostro, no dejó que la tristeza dominara su sentimiento.

Al volver al jardín vio a su esposo con el bebé, le cantaba con dulzura, hablaba como si fuera una voz tierna, pequeña, sonrió.

«Y si no puedo darle un hijo, ¿Podría arruinar su vida a mi lado?», pensó.

Marcus alzó la mirada, ella sonrió, él vio algo más, Evana era como río claro en el que podía sumergirse.

Él dio al bebé a la niñera, y ella lo cargó.

Se acercó a su esposa.

—¿Qué pasa, cariño?

—Nada, amor, todo bien.

—¿Todo bien? —exclamó—. No lo creo, te conozco, casi como si Dios te hubiese creado solo para mí, así que dime, ¿Qué pasa?

Ella hundió la mirada, cuando él tomó su barbilla para que lo mirara, supo que algo estaba mal.

—¿Cariño? Somos esposos, debemos confiarnos todo, eres mi vida, recuérdalo.

Ella sonrió, asintió despacio.

—Pensé que este mes estaría embarazada, pero no fue así, no lo estoy, Marcus, no espero un hijo, tengo miedo de nunca poder darte uno.

Él la abrazó a su pecho, besó su frente.

—No importa, tendremos un hijo, no uno, muchos, ¿y sabes? también podemos adoptar.

Evana le miró con ojos llenos de lágrimas, negó.

—Quiero tener un hijo tuyo y mío, podríamos adoptar, pero, quiero luchar por tener a un hijo que nazca de mi vientre.

Capítulo Noventa: Cada quién vive su propio karma 1

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