Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 92

—¿En que estás pensando, Álvaro? Me estás asustado, hijo, tenemos suficientes problemas, mira nuestro futuro, no es nada prometedor al que teníamos, con Fátima presa, y Andrés muerto, no nos queda nada que exprimir a Hugh Glenn.

—¿Tienes el nombre de la clínica donde Evana irá a ese procedimiento?

—¡Álvaro!

—¿Me lo dirás o no?

La mujer asintió y le dijo cuál era.

—No te angusties, madre, de hecho, a ese hombre debo visitarlo justo ahora. Pero, antes, dame un segundo.

Álvaro tomó las llaves de un cajón y caminó a la habitación.

Nicol se sintió confiada cuando escuchó que su esposo se largaba, pero cuando abrió la puerta, sintió un pavor en su interior, intentó correr al baño, la fuerte mano de Álvaro haló sus cabellos, impidió que su escape.

—¡Suéltame!

—¡¿Con qué nos estás mintiendo, farsante?! Dijiste que tendría a mi primogénito varón, ¿Qué me das ahora? ¡Una niña!

Álvaro giró a Nicol, ella vio sus grandes ojos verdes, sintió pavor, de pronto, él le abofeteó el rostro tan fuerte, que la hizo caer, ella lloró asustada, esperó otro golpe, pero Álvaro fue detenido por Stella.

—¡Basta, Álvaro! Está embarazada, sea como sea, es tu hija, no la lastimes.

—¡Una hija que yo no pedí! Si no fuera por lo obesa que estás, te exigiría abortar a ese estorbo. Ya veré despues como deshacerme de ti, Nicol.

Álvaro salió, Nicol lloró ahí en el suelo, Stella solo la miró de reojo, salió y cerró la puerta.

Nicol permaneció en el suelo, tocando su vientre, sintió tanto miedo.

Cuando Álvaro llegó a casa de Hugh Glenn, el hombre lo recibió.

—Estaba sorprendido sobre ver a Fátima en prisión, luce irreconocible, además, jamás me imaginé que mataría a Andrés Ford, parecía amarlo de veras.

—Ya ves, uno nunca sabe que esperar de las personas, abuelo.

Hugh miró a Álvaro con intriga.

—¿Qué es lo que quieres?

—Necesito dinero, abuelo, necesito cumplir mi deseo y el tuyo también.

El hombre le miró con duda.

—¿Y cuál es mi deseo según tú?

—Destruir a los Ford, aún queda Marcus Ford.

—¿Sigues con lo mismo? —exclamó con desdén—. ¿No es suficiente con el dinero que te doy por nuestros negocios en la empresa Ford?

—Vamos, abuelo, no seas tacaño.

Hugh lo miró con desdén, se levantó y le dijo que esperara.

Álvaro permaneció en la sala, hasta que vio a una niña de algunos cinco años caminar cerca de él.

—Hola, ¿tú quien eres? —exclamó con vocecita infantil

Álvaro apenas sonrió.

—Yo… soy tu tío.

De pronto, un hombre apareció.

—¡Irina! Ven aquí, no hables con extraños —dijo cargándola en brazos.

—Pero, es que es mi tío.

—¡Tú no tienes tíos! —exclamó tras él, Álvaro vio a una mujer embarazada.

—Soy nieto de Hugh Glenn, si tú también eres nieto, somos entonces familia.

—¡Yo no soy nada de Hugh Glenn!

Hugh apareció, estaba nervioso, le tendió la maleta a Álvaro

—¡Vete!

—¿Qué pasa? ¿No me presentarás con tu familia, abuelo?

Hugh le miró con rabia, de pronto le soltó un golpe a la cara.

—¡Igualado! Yo no tengo hijos, solo a mi querido Joey, ¡largo de aquí!

Álvaro le miró con rabia, por dentro se sintió desamparado, salió a toda prisa.

—¿Así tratas a quien lleva tu sangre?

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