Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 97

Nicol entró a la sala de urgencias, ella lloraba, asustada, se sentía tan sola.

—La mujer ha perdido líquido amniótico, comenzaremos con la labor de parto.

Nicol sollozó, no sabía que hacer.

—Señora pasará a labor de parto, le harán una cesárea urgente, está perdiendo liquido amniótico, y su presión se está alterando. Necesito el número del padre de su bebé, o de alguna persona a quién llamar de emergencia.

Nicol pensó en Álvaro, en Stella.

—¿Puedo morir? —exclamó con la voz débil por el dolor y el llanto

La enfermera le miró con algo de compasión.

—Señora… su estado es crítico —dijo, y ella supo que estaba más grave de lo que se decía.

—Yo… tengo una hermana, podría llamarla, se llama Evana Ford, dígale que Nicol le pide ayuda, dígale que recuerde que es mi hermana por los bueno momentos, pídale que cuide a mi bebé, por favor.

La enfermera asintió, Nicol le dio el número de teléfono y la llevaron al quirófano con gran urgencia, pues perdía más líquido amniótico, debían luchar por salvar a su bebé.

Evana estaba recostada, Marcus entró en la alcoba, la vio ahí, escuchó su ligera respiración, pero sabía que fingía dormir.

Se acercó a ella, se sentó al filo de la cama.

—Sé que me odias, nunca quise llegar a esto, porque te amo, Evana, es por ese mismo motivo que estoy aquí. No quiero, no puedo perderte, odio a Álvaro como nunca pensé odiar en la vida, a pesar de eso tú me enseñaste que el amor es más fuerte, por eso volví, porque te amo, y amaré a nuestro hijo con todas las fuerzas de mi alma, así como te amo a ti.

Evana limpió sus lágrimas enderezó su postura, le miró incrédula.

—¿Qué dices? —exclamó confusa

—No me importa si ese bebé que llevas en el vientre es de Álvaro o mío, voy a amarlo como a mi hijo, porque sé que tú lo amas, y no puedo concebir mi vida sin tu amor.

Evana se acercó a él, tocó su rostro, lo acarició con sus delgados dedos, él entrecerró los ojos, disfrutar su caricia era como tocar la gloria.

—Te amo, Evana.

—Mírame.

Él abrió los ojos, ella tomó su mano, la puso en su vientre.

—Este bebé es tuyo, tú eres su padre, y yo su madre, es el fruto de nuestro amor, y te amo, nunca dejaré de amarte.

Ella besó sus labios, entre el sabor salado de las lágrimas, él la abrazó, apremió el beso, la adoraba, no le importaba nada, como ser feliz y sentir esa paz que solo ella podía darle.

El sonido de una llamada los detuvo.

Evana dijo que no conocía el número, respondió rápido.

—Hola. Sí, ella habla, sí la conozco, ¿Qué pasa con ella?

—La señora Nicol Ford acaba de entrar en labor de parto, pero no está bien, su presión arterial está aumentando, tuvo perdida de liquido amniótico, su bebé nacerá de ocho meses y medio, ella está grave, y cuando le pedimos llamar a un familiar, me pidió llamarla a usted y decirle que viniera, la señora Nicol pidió que le recordara que fueorn hermanas en los buenos tiempos, y que cuidara a su bebé.

Evana estaba consternada.

Capítulo Noventa y siete: Tarde o temprano recibes un castigo 1

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