Sr. CEO, ¡perdió mi corazón para siempre! romance Capítulo 180

—Dylan, llamaré una ambulancia para ti... deberías regresar —dijo Avery, con la voz apenas firme.

—¿Volver? ¿Sin traer a Grace a casa? ¿Crees que mi padre dejará que cualquier hospital de Silvanburg opere si fracaso? —La voz de Dylan era cortante y entrecerró los ojos hacia Avery, con evidente sospecha.

—Estás llorando. ¿No me digas que crees que hice esto para salvarte? —se burló.

Avery estaba en silencio, su rostro pálido.

La risa fría de Dylan resonó en el coche. —¡Avery, eres increíble! La próxima vez que quieras morir, inventa un truco nuevo. No elijas siempre los momentos en los que estoy cerca para montar una escena.

Se dio unas palmaditas en el brazo izquierdo herido. “Mis manos están aseguradas por miles de millones. ¿Te das cuenta de que tus acciones irreflexivas podrían llevar a la quiebra a toda una compañía de seguros?”

Dylan se lamió los labios, preguntándose por qué había intentado instintivamente proteger a Avery.

Debió haber estado preocupado por las consecuencias de regresar con su cadáver y enfrentarse a la ira de su padre. La idea de morir con ella era inaceptable.

Avery se mordió el labio y miró hacia la montaña que dividía la carretera. Se dio cuenta de que el giro a la izquierda de Dylan tampoco lo habría salvado necesariamente.

Había sido una tontería pensar que no había sufrido daño porque a él le importaba.

Una risa amarga escapó de sus labios. —Entonces, ayudarme a rescatar a Grace no es una pérdida para ti. Puedes ganar miles de millones con una estadía en el hospital y algunas vendas. Y no te preocupes, no soy tan narcisista como para pensar que me salvaste a propósito.

El brazo de Dylan, que estaba entumecido, de repente empezó a latir con dolor, hasta llegarle al centro. Sus ojos, agudos y penetrantes, se clavaron en Avery, que todavía tenía lágrimas en los ojos.

—Entonces, ¿por qué lloras? ¿Te da pena verme herido? ¿Eh?

La voz de Avery sonó gélida. —No soy tan patética como para preocuparme por un hombre que quiere verme muerta. ¿No es así?

Dylan miró a Avery durante un largo rato antes de reírse amargamente. —Cierto. Tienes toda la razón. Sinceramente, me decepcionó que no saltaras del coche. Te quería muerto y pensé que chocar contra la montaña nos mataría a los dos. Pero cambié de opinión. ¿Sabes por qué?

—¿Por qué? —preguntó Avery, sintiendo como si su corazón se estuviera desgarrando.

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