Diego vio la expresión de Carlos y le dijo:
—Señorita, no hay otros pacientes aquí, podemos eliminar estos procedimientos.
La enfermera se sonrojó y de inmediato puso la inyección para Micaela y dijo:
—Está bien, ahora pongo inyección para ella, esto es para reponerle nutrición y tiene un efecto calmante. Por último, recuerda que cuando la inyección se acaba, me avisa con el timbre al lado de la cama.
Después de terminar todo hábilmente, la enfermera buscaba más oportunidades para acercarse al hombre frente que era tan apuesto con una naturaleza noble, pero el hombre le habló con tono frío y directo:
—La próxima vez debes entrar con mascarilla.
El rostro de la enfermera de repente se puso rojo, pretendía no usar la mascarilla para que el hombre se atrajera por su hermoso rostro. No esperaba que ni siquiera la mirara...
Entonces asintió con una voz baja, recogió rápidamente bandeja y se fue.
Javier estaba un poco sorprendido, aunque ya había escuchado que el Sr. Aguayo no le interesaban a las mujeres, resultó ser cierto, solo se mostraba su lado tierno cuando enfrentaba a Micaela...
Después de ver la enfermera salir, Micaela le preguntó ansiosa a Carlos:
—¿Cómo está el hombre que mandaste a protegerme?
Estaba tan asustada en ese momento que no sabía lo que estaba pasando en absoluto y luego supo que pudo sobrevivir de ese accidente gracias al hombre enviado por Carlos.
—Él está bien, las bolsas de aire lo protegió muy bien, ahora está en la sala de abajo.
Micaela suspiró aliviada y volvió a preguntar apresuradamente:
—¿Y qué hay del taxista? ¿Y el asesino que quería hacerme daño?
Al recordar lo que le pasó a Alba ayer, Micaela pudo relacionar las cosas:
—¿Alguien quiere matarme? ¿Yo fui su objetivo desde el principio?
Carlos apretó un poco más fuerte la mano de Micaela diciendo:
—Micaela, cálmate, no te emociones tanto.
Micaela trataba tranquilizarse y no pensar las posibilidades negativas que salían de su mente...
—Querida, el conductor igual está bien, solo se lesionó la pierna y ya está recibiendo tratamiento. La persona quien quiso chocarte ya está bajo control, así que por favor déjame manejar todo.
Mirando a sus ojos oscuros, el corazón aterrado de Micaela se fue calmando poco a poco, pero aún tenía mucho que decir...
—Micaela, lo que debes hacer ahora es descansar bien. Si no quieres que tu trabajo del pasado mañana sea afectado, mejor cierra los ojos y confía en mí.
Micaela finalmente fue convencida, ninguno de los dos conductores corría peligro y el asesino fue atrapado, finalmente se desahogó la mitad parte de los nervios, además estaba muy cansada, aún se sentía mareada como si todavía estuviera en el auto, además, la medicina calmante también le dio sueño...
Volteó la cabeza y miró hacia el otro lado de la cama y Javier rápidamente dio un paso adelante...
—Javier, gracias por llevarme al hospital. Cuando salgo de aquí te invitaré a cenar.
De repente, Javier se puso muy contento al escuchar esas palabras, pero no se atrevió a revelarse de sus sentimientos, porque había notado que el hombre al frente se emitía una aura deprimida desde el momento cuando Micaela dio la vuelta para verlo y cuando ella le invitó a cenar, la mirada del hombre se había puesto en su rostro...
—De nada, Micaela, descansa bien. Vuelvo mañana y hablamos.
Después de hablar, Javier se puso de pie y le dijo a Carlos:
—Sr. Aguayo, tengo unos asuntos que resolver, bueno, los dejo, permiso.
Carlos hizo un gesto y Diego se adelantó:
—Sr. Javier, le acompaño.
Los dos salieron.
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