Afortunadamente, Ernesto que estaba a su lado, le consolaba que si la víctima realmente era Micaela, ¡Carlos definitivamente estaría a su lado a primera hora!
Luego llamó a Diego, y en efecto, Diego le contó que Micaela estaba bien, ya estaba en el hospital, y enseguida llegarían ahí...
Pensando en la aterradora escena de la cámara de vigilancia, Alba miró a Diego y le preguntó:
—Señor Ocampo, ¿ese Bentley negro que apareció realmente fue mandado por orden del señor Aguayo?
Ernesto respondió impaciente:
—¿No crees lo que te dije? ¡Sé muy bien que el auto pertenece a Carlos! Ayer estábamos seguros de que el objetivo del asesino era usted, pero Carlos tomó la precaución de prevenir el peligro y mandó a su hombre para proteger a Micaela cerca de su residencia. Pero hoy nadie esperaba que la señorita Micaela salió de nuevo después de regresar a su casa. Entonces el hombre decidió seguirla, al ver la dirección que se iba, supo que se fue a buscar a Carlos y en este instante apareció otro auto que se abalanzó hacia ella...
Alba se sorprendió:
—El conductor realmente es muy valiente en tomar esa decisión oportuna.
—El hombre se llama Raúl, es muy joven, pero es fiel a su amo, así que fue mandado por Carlos para proteger a la Señorita Micaela.
La puerta de la sala se abrió en ese momento.
Diego dio un paso adelante, Ernesto y Alba se pusieron de pie rápidamente.
—¿Cómo está Micaela? —Preguntó Alba ansiosa.
Carlos miró a Alba.
Porque ella le engañó al saber el hecho de que Micaela fue a hipnotizar, él siempre había guardado un rencor hacia ella hasta cuando la llamaba por teléfono, usaba un tono muy duro, pero después de este accidente, cambió su actitud y decidió encontrar otra oportunidad para conversar con ella.
—Está dormida, puedes entrar a verla.
Alba entró enseguida.
Carlos miró a Diego y Diego inmediatamente dijo:
—Señor, revisamos cuidadosamente la cuenta de esa persona y no encontramos nada sospechoso.
—Sigue investigando con mayor detalle posible y no se pierda el más mínimo punto sospechoso.
—Sí, señor.
Ernesto no comprendió por qué ellos sospechaban que alguien contrató a un asesino para chocar a Micaela. Ella hoy decidió ir al Grupo Aguayo por casualidad, ¿o acaso...?
Carlos preguntó:
—¿Atrapaste su cómplice?
¡Ernesto de repente se dio cuenta de que ella fue seguido por alguien!
Diego respondió:
—Así es, ahora está encerrado, ¿quiere que lo llevo a la policía?
Carlos se detuvo por un rato y continuó:
—Aún no. Mañana llévate al neurólogo que traje de Yakydizay a este hospital.
Después de una pausa, continuó:
—Bloqueen la noticia de que Micaela fue la víctima del accidente automovilístico, cuiden a Raúl y deposita doscientos mil a su cuenta.
—Sí, señor.
Diego estaba punto de irse para ocuparse de lo que Carlos le había mandado...
—¡Espere!
Diego se detuvo apresuradamente.
—Hace un momento, ¿qué le dijo ese hombre a Micaela?
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