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La señora White no dejaba de maldecir de camino a casa. "¡¿De qué familia es ese mocoso malcriado?! ¿Cómo se atreve a huir después de romper mi ventana? ¡Un día encontraré a ese mocoso y le daré una lección!".
La señora White ya estaba muy enojada, pero encontrarse con Claude dentro de su casa la hizo perder los estribos. ¡Él incluso quería sacar a su hija a escondidas!
Ella fue apresuradamente a la entrada de la casa y bloqueó la puerta. "Tú... ¿Quién te permitió entrar a mi casa? ¡Estás invadiendo una propiedad privada! ¿Incluso estás pensando en secuestrar a mi hija también? ¡Llamaré a la policía para que te arresten!".
La señora White sabía que no podía pelear contra un hombre enorme como Claude, sobre todo si era un guardaespaldas personal de primer nivel. No tuvo más remedio que reportarlo a la policía para salvar a su hija.
Claude y Candace se sorprendieron, ya que no esperaban que ella regresara tan pronto, mucho menos toparse con ella.
Claude ya no podría escabullirse con Candace.
Esos últimos días, Candace había sido encerrada contra su voluntad en la habitación y estaba completamente exasperada. Le costó recuperar su libertad, y todo fue gracias a su amado hombre que fue a rescatarla. Pero aún así, su madre pretendía hacer que la policía lo arrestara.
Al ver que su madre estaba a punto de levantar el teléfono para llamar a la policía, ella se apresuró a decir: “Excelente, llama a la policía. Cuando lleguen, les diré cómo me encerraste en la habitación y me negaste mi libertad. Una vez que la situación se salga de control, todos en el vecindario vendrán a enterarse de este incidente y podrás olvidarte de encontrarme pareja”.
La señora White dejó el teléfono de inmediato; las palabras de su hija la habían dejado atónita.
Lo que decía su hija era cierto. ‘Si todo el vecindario se entera de que ella está con un guardaespaldas personal e insiste en casarse con él, puedo olvidarme de conseguirle un mejor esposo’.
La señora White se sintió molesta por la situación, pero no tuvo otra opción que dejar el teléfono a un lado. Miró a Claude y dijo: "Será mejor que la sueltes en este instante y te vayas de nuestra casa. De lo contrario, dejaré de ser tan cortés contigo", dijo mientras buscaba un objeto para ahuyentarlo.
La señora White solo consiguió una escoba que tenía a su lado. La agitó hacia Claude y dijo: "¿Te vas a ir o no?".
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