Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 1111

“Puedes irte con tus hombres ahora mismo o recibir un disparo de mí. Tú eliges”. Simon no quería hablar más tonterías con él.

Eugene nunca había tenido miedo de Simon.

“En ese caso, ¡quiero ver si realmente serás capaz de dispararme!”.

“¡Váyanse ahora mismo!”, le gritó Eugene a Wyatt y a los demás. Él mismo llevaría a su hermana a casa.

“Presidente Eugene, no puede ir allí. ¡Yo iré!”, dijo Wyatt en tono urgente.

“¡Largo!”. Eugene empujó directamente a Wyatt y se dirigió a la cama.

Simon le apuntó con su pistola. Él podría disparar a Eugene en cualquier momento...

Sin importar si Sharon lo culpaba después de despertarse, él definitivamente dispararía si Eugene insistía en llevársela.

Eugene estaba cada vez más cerca. Simon estaba a punto de apretar el gatillo...

Sharon, quien había estado dormida en la cama, se despertó de repente.

Tan pronto como abrió los ojos, ella vio a Simon y a Eugene enfrentándose. Ella frunció el ceño con confusión y preguntó: “Simon, ¿qué estás haciendo?”. ¿Por qué le estaba apuntando con una pistola a su hermano?

Eugene ya no estaba tan preocupado cuando vio que ella estaba despierta. Él dijo: “Quiero llevarte a casa, pero él quiere que te quedes a su lado. Incluso está utilizando una pistola para amenazarme”. Él calculó que Sharon aceptaría definitivamente volver a la casa de los Newton con él.

A Simon solo le preocupaba el estado de Sharon. Él se acercó al lado de ella con su silla de ruedas y le preguntó: “¿Te sientes incómoda en algún lugar?”.

“Deja de fingir, Simon Zachary. Solo estás preocupado por ella ahora que le ha pasado algo. Es demasiado tarde, ella ya ha sido dañada mental y físicamente por tu culpa. Necesito llevarla de vuelta a la casa de los Newton hoy”, continuó Eugene hablándole con desprecio. Él luego le dijo a Sharon: “Shar, quieres ir a casa conmigo, ¿verdad?”.

Sharon miró a Eugene antes de que su mirada se posara finalmente en Simon. Había una expresión de tristeza grabada en el atractivo rostro de él mientras le apretaba la mano con fuerza. “No puedes dejarme. No puedes dejarme”, dijo él de manera dominante en voz baja y ronca.