Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 119

Según Sharon, el comportamiento del hombre no era tan inapropiado. Ella se sentó a un lado de la cama y dijo: “Está bien, está bien. Estás herida, así que cálmate. Estar enojada no te ayudará a recuperarte”.

“Shar, no quiero quedarme en el hospital”, dijo Riley, tirando de su mano de manera lamentable.

“Con tus lesiones, no tienes otra opción”.

“Entonces, ¿puedes visitarme todos los días?”. Riley la miró con tristeza.

Sharon lo pensó. De todos modos, ella no tenía nada mejor que hacer en la empresa y Riley estaba muy malherida. Ella no se atrevió a decirle que no. “Está bien, vendré a visitarte cuando tenga tiempo”.

La expresión de Riley cambió en un instante. “¿De verdad? Será mejor que cumplas tu palabra, ¿está bien? Y trae a mi ahijado cuando me visites”.

Sharon sabía que su actuación lastimera era solo un acto, pero... Ella se perdió en sus pensamientos por un segundo. Ella ni siquiera podía reunirse con su hijo ahora, y mucho menos traerlo aquí.

Ella no le dijo a Riley que los Zachary la habían echado, ni mencionó que la habían separado de su hijo.

Su expresión extraña despertó las sospechas de Riley. “¿Qué pasa? Mira tu rostro preocupado. ¿Pasó algo?”.

Sharon agitó su cabeza y trató de animarse. “No, no es nada”.

“¿O le pasó algo a mi ahijado? ¿Los Zachary te trataron mal?”. Riley continuó presionándola, negándose a creerle.

Sharon estaba a punto de negarlo de nuevo cuando sonó su teléfono. Era Simon.

“Déjame contestar esta llamada, ¿de acuerdo?”.

Riley había visto el identificador de llamadas y ahora hizo un puchero. “Adelante. Por supuesto, la llamada de tu esposo es más importante que yo”.

“¿Por qué? ¿Estás celosa de Simon ahora?”. Sharon se rio.

“No me atrevería”.

Sharon tomó el teléfono frente a ella. “¿Aló?”.

Sharon todavía estaba preocupada, así que le pidió a la enfermera que cuidara de Riley antes de ir apresuradamente a la entrada para esperar a Simon.

...

En la casa de los Zachary, casi todos los sirvientes estaban reunidos alrededor de un árbol centenario en el patio trasero.

Douglas estaba al frente, apoyándose sobre su bastón ornamentado mientras miraba hacia el árbol, su viejo rostro tenso. “¡Sebastian, cariño, baja, por favor! No asustes a tu abuelo así...”.

“No... quiero a mi Mami, ¡solo quiero a Mami! Si no me dejas verla, ¡saltaré desde aquí!”. El niño estaba sentado en la rama de un árbol y sollozaba de manera lamentable.

Lo que la gente debajo del árbol no pudo ver fue que no había lágrimas en sus ojos a pesar de su fuerte llanto.

Habían pasado dos días desde que se separó de su Mami, y él había montado un infierno durante dos días seguidos. Él se negó a ir a la escuela o comer, exigiendo por su Mami todo el tiempo.

Hoy, mientras nadie lo miraba, él se subió al árbol ¡y gritó que saltaría si no lo dejaban ver a su Mami!