"No estoy muerta... Fern Thompson tampoco lo está...". Sydney repetía estas palabras mientras perdía repentinamente el control de sus emociones. Tiró al suelo todo lo que había en la mesita de noche.
"¿Por qué? ¿Quién les ha permitido rescatarnos? ¡Tontos de m*erda! No necesitaba que me rescataran. Me envenené porque ya no quiero vivir. ¡¿Quién les permitió ser tan entrometidos?!".
Lo más importante era que Fern Thompson no estaba muerta.
La enfermera estuvo a punto de ser golpeada por los objetos que cayeron al suelo. Retrocedió por instinto unos pasos y preguntó: "Todavía eres muy joven. ¿Por qué querrías acabar con tu vida?". Simplemente quería aconsejar a Sydney.
"Esa p*rra me arrebató a mi esposo. Mi vida ya no tiene sentido", gritó Sydney en voz alta. De pronto, mientras lloraba, pensó en algo. Levantó la cabeza y miró a la enfermera. "¿Dónde está Eugene? ¿Dónde está?", preguntó.
¿Estaba cuidando a Fern Thompson?
"¿Te refieres al presidente Eugene?".
"Sí, quiero verlo. ¡Pídele que venga de inmediato!", ordenó Sydney con una expresión rígida en su rostro.
Antes de que la enfermera pudiera decir algo, la alta figura de Eugene apareció en la puerta. "No hay necesidad de llamarme. Ya estoy aquí".
Sydney se volteó y lo vio. Una pizca de alegría surgió en su mirada. Todavía le importaba si ella vivía o moría, ¿verdad?
"Eugene...", dijo su nombre en voz baja. Él era todo lo que ella veía.
Eugene hizo un gesto con la mano para que la enfermera se fuera. Luego se sentó en la silla junto a su cama y cruzó sus largas piernas despreocupadamente.
Miró directamente a Sydney. Era imposible saber lo que pensaba con su expresión de calma. "¿De verdad quieres morir?", le preguntó con frialdad.
La interrogó con una mirada aterradora tan pronto como habló. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Sydney.
Aunque realmente tenía ganas de acabar con su propia vida, seguía asustada cuando él se lo preguntaba así.
"Sí, mi vida no tiene sentido si te pierdo".
"No involucres a Fernie aunque desees morir".
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Os comentários dos leitores sobre o romance: Ten cuidado, mi papá CEO