Resumo de Capítulo 1543 – Uma virada em Ten cuidado, mi papá CEO de Internet
Capítulo 1543 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Ten cuidado, mi papá CEO, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura Amor, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
Eugene miró fríamente al director del hospital. Había un fuerte matiz de crítica en su mirada. ¿Acaso no eran capaces de manejar a una mujer? ¿Cómo estaba manejando un hospital psiquiátrico, entonces?
Sin embargo, tenía prisa, por lo que no quería perder el tiempo en ninguna tontería. Le dirigió una mirada a Wyatt.
Wyatt asintió y se acercó. "Señorita Sydney, el presidente Eugene está aquí".
Sydney, quien estaba enfrentándose a las enfermeras, dejó por fin de causar estragos después de escuchar lo que dijo el hombre. Levantó la cabeza para mirar de inmediato.
Un hombre alto y de figura esbelta se encontraba a poca distancia de ella. Era Eugene Newton, a quien ella había insistido en ver.
En un momento de pánico, intentó correr hacia él, pero las enfermeras la agarraron con fuerza.
"¡Suéltenme! ¡Quiero ir hacia allá! ¿No ven que la persona que me va a llevar a casa está aquí? Es mi esposo. Si se atreven a hacerme daño, no los dejará libres". Parecía haber olvidado que Eugene era quien la había enviado a ese lugar.
Eugene dio dos pasos hacia ella y se detuvo a una distancia. "¿Por qué estás causando tanto alboroto? ¿Por qué no quieres recibir tu tratamiento?".
Sus palabras hicieron que Sydney perdiera los estribos. Se volteó para mirarlo y le habló en tono enfurecido: "No soy una enferma mental. ¿Por qué debería recibir tratamiento?". Si le inyectaban esos medicamentos, acabaría siendo una enferma mental incluso si estuviera bien en ese momento.
"Mírate ahora. ¿Cómo puedes pensar que no estás mal mentalmente?".
"¡Estoy bien! Estás aquí para llevarme de vuelta a casa, ¿verdad?". Sydney sabía que él no sentía nada por ella, pero en sus ojos aún surgía un atisbo de esperanza.
"¡Si no me sacas de aquí, moriré aquí!". ¿Estaba amenazando con quitarse la vida para obligarlo a darle el alta?
Eugene entrecerró los ojos. Para ser sinceros, nadie podía amenazarlo con esos medios aunque fuera una amenaza de muerte.
"¿Quieres salir?", le preguntó en un tono calmado.
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