Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 1560

Sydney se llenó de miedo y arrepentimiento. Ella se arrodilló frente al Viejo Amo y gritó en voz alta: “Todo es mi culpa. Yo causé que esto le sucediera a Eugene. Ahora me arrepiento mucho. Bua, bua, bua...”.

“¿Te arrepientes? ¿Cuánto vale tu arrepentimiento? ¿Puedes hacer que recupere la conciencia?”, cuestionó el Viejo Amo con frialdad.

“Yo... Yo...”. Sydney no se atrevió a responder a sus preguntas. Después de llorar un rato, ella dijo: “Si fuera posible, desearía que la persona que está acostada en la cama ahora mismo fuera yo”.

“Jum, tú fuiste quien le hizo esto. Es obvio que tendrías que pagar el precio por ello”. El Viejo Amo entrecerró los ojos mientras una mirada gélida y asesina aparecía en sus ojos.

Sydney sintió que una ola de frialdad la invadía. Ella no pudo resistirse a temblar de miedo.

Ella no entendía qué quería decir el Viejo Amo, por lo que sollozó y dijo: “Pagaré el precio que sea necesario para que recupere la conciencia”.

“Será mejor que no vuelvas a aparecer delante de él nunca más”. La voz anciana del Viejo Amo era tan inquietante que daba escalofríos.

Sydney levantó la cabeza y miró al anciano que tenía enfrente. Le sorprendió la frialdad de su mirada. Un aura asesina se extendía por el aire...

¿El Viejo Amo quería quitarle la vida?

No, ella ya iba a ir a la cárcel en ese momento. Ella había aceptado el hecho de que viviría en prisión a partir de ese día. El Viejo Amo ya no le pondría las cosas difíciles.

Los policías la arrastraron mientras decían: “Vamos”.

Sydney quería decir algo, pero no se atrevió a hacerlo al ver la gélida expresión en el rostro del Viejo Amo.

Después de ver cómo los policías se llevaban a Sydney con una mirada gélida, el Viejo Amo le dijo a Fiona: “Haz algunos arreglos para que ella desaparezca de la faz de la tierra para siempre”.

Él no había perdido la cabeza debido a su avanzada edad. Él sabía que era ella la que le había causado esta situación a Eugene. Cualquiera que lastimara a Eugene no podría tener una buena vida.

Fiona comprendió al instante lo que el anciano quería decir. Ella asintió y dijo: “Sí”.

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