Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 1625

Hayley tenía que buscar a Dayton para hacerle pagar por lo que hizo después de regresar al continente. Como el Joven Amo, él ni siquiera la tomaba en serio. Por supuesto, sus hombres también la despreciaban por completo.

A Mitch y a los demás se les complicaba detener a Hayley dada su postura dominante y opresiva. Además, con su identidad, no se atrevían a hacerle daño. Ellos solo pudieron observar cómo ella se llevaba a Tia. Finalmente, Mitch llamó a Dayton para informarle de su negligencia.

Dayton aún estaba haciéndole compañía a Quincy en el hospital, pues esta no se encontraba en buen estado ese día. Ella se había quedado dormida después de tomar el medicamento estabilizador para el bebé.

Él contestó la llamada telefónica de Mitch en el pasillo.

“¿Se la llevó a la fuerza?”.

“Sí, Joven Amo. No nos atrevimos a detenerla. Por favor, castíguenos, Joven Amo”.

“Ustedes no pueden ni siquiera vigilar a una persona. Merecen ser castigados”, dijo Dayton con una voz grave y gélida. Su voz estaba teñida de intención asesina.

“Cada uno de ustedes deben cortarse un dedo de su mano”. Ese era el castigo de ellos por no haber mantenido a Tia en la isla.

Mitch respiró con fuerza. ¿El Joven Amo quería que cada uno se cortara un dedo?

Ellos estaban agradecidos con el Joven Amo por haberles dado ese castigo en lugar de quitarles la vida, ya que comprendían lo cruel y duro que solía ser.

“Sí...”. Mitch no tuvo más remedio que aceptar sus órdenes.

Después de colgar, una pizca de frialdad surgió en la mirada de Dayton. Como Tia ya estaba muda, su tía podía llevársela si lo deseaba. Si tenía sentido común, ella volvería a casa obedientemente y no volvería a aparecer delante de él.

Cuando él regresó a la sala, Quincy estaba despierta.

Ella estaba emocionalmente inestable. “¿Adónde te fuiste?”. Ella lo miró y se preguntó si se estaba preocupando en exceso. Ella seguía sintiendo que él estaba actuando furtivamente sin importar lo que hiciera.

“Yo... salí a atender una llamada. Estabas dormida, así que no quise despertarte”. Él se sentó junto a su cama y le acarició la parte superior de la cabeza con su gran palma. “¿Por qué te despertaste?”. Ella solo había dormido diez minutos.

Quincy negó con la cabeza y dijo: “Tampoco sé por qué me desperté de repente”.

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