Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 664

Cuando Simon escuchó lo que Sharon dijo y notó que estaba desorientada de nuevo, entendió de inmediato en qué estaba pensando ella.

La gran mano algo seca del hombre se acercó para sostenerla. Sus ojos eran como profundos charcos de agua mirándola, y su tono fue ligeramente solemne mientras decía: “No dejes que tus pensamientos se vuelvan salvajes. Sabes muy bien que la razón por la que tu madre se volvió así fue porque estaba sobre estimulada antes de esto y se alteró emocionalmente, así que... tienes que controlar tus emociones”.

Sharon sintió el calor de sus manos. Cuando se dio la vuelta, se encontró con la mirada del hombre y, de repente, sintió un inexplicable agotamiento invadiéndola. “No soy un dios. No puedo dejar de sentir emociones”.

“Incluso si estás a mi lado, ¿no puedes ser feliz?”. El hombre enarcó sus gruesas cejas.

“Yo...”. Ella vio el brazo vendado del hombre al mirar bajar la mirada y sus pensamientos se volvieron más confusos. “No sé qué pasará en el futuro. Es una sensación terrible, al igual que la sensación de no saber cuándo mi madre volverá a lastimarte. Simon, yo... tengo mucho miedo de hacerte daño”.

Tan pronto como ella dijo eso, él bajó la cabeza y la besó en los labios. El fuerte olor del hombre la envolvió y sus ojos se abrieron de par en par.

Los finos labios del hombre presionaron pesadamente los delicados y suaves labios de la mujer, y antes de que ella pudiera reaccionar, ¡él la mordió!

“¡Ah!”, gritó Sharon. La sensación de dolor y entumecimiento se extendió por sus labios.

Él la soltó después de morderla. Sus ojos intimidantes y penetrantes estaban fijos en ella, y había un toque de disgusto escondido en su tono. “Tratando de dejarme de nuevo, ¿eh?”.

Él sabía que cada vez que Sharon tenía pensamientos alocados cada vez que veía a su madre teniendo un ataque de locura.

Los ojos de Sharon parpadearon mientras los bajaba. “No lo estoy. Solo estoy preocupada”.

“¡No dejaré que suceda lo que te preocupa! No permitiré que estés triste. Incluso si es falso, debes sonreírme”. Él la tomó de la barbilla y le ordenó de manera dominante.

Solo ella podía sentir que el cuerpo del hombre estaba tenso. Él estaba nervioso, temía que ella lo alejara de nuevo alegando que tenía el gen de la locura.

Involuntariamente, ella se le acercó y lo abrazó, apoyando la cabeza en su pecho. “No volveré a decir esas palabras”.

Su seguridad aún lo hacía sentirse inseguro. Él la abrazó suavemente y le dijo: “Cuando tu herida haya sanado, nos vamos de viaje, para que no te lo pienses todo el día”.