Tener hijo con mi mejor amigo romance Capítulo 36

Punto de vista de Klay

Kelly dejó de correr tan pronto como llegó a la casa y mi frente se arrugó mientras la miraba. Cuando entré levanté el brazo para darles una señal a los vigilantes.

"Lleven a Kelly a su habitación".

Kelly me miró enfurecida, pero yo me limité a desviar la mirada de ella hacia Emily, que estaba sentada cómodamente en el sofá. Sus ojos brillaron mientras se mordía el labio inferior cuando me miró.

"Hola...".

No la dejé terminar. La tomé por el cuello y la levanté, manteniendo mi mirada sobre ella mientras apretaba los dientes. "¿Qué estás haciendo aquí?".

Tocó mis mejillas de forma provocativa y se inclinó un poco. "Te extraño".

No me dejó otra opción más que arrastrarla hacia arriba, y empujarla a la habitación de invitados. Ella se reía con lujuria después de haber cerrado la puerta y lanzarla agresivamente hacia la cama.

"No me gusta repetir las cosas, Emily. ¿Por qué estás aquí?".

Se lamió el labio inferior y me miró a los ojos, como una gata sumisa con ojos de deseo. "No puedo olvidarte... no puedo olvidar tus caricias... tus besos... tu... cuerp...".

Apreté los dientes y di un paso atrás mientras la miraba fríamente. "Lárgate, Emily. Lo nuestro se acabó".

Rápidamente se levantó y puso sus manos en mis mejillas. "¡No! No, Klay. No quiero que terminemos".

Me reí diabólicamente. "¿Crees que me importas? Sabes bien que no meto a la cama a mujeres a las que ya boté.

Sus ojos parpadearon con maldad mientras lentamente sonreía. "¿Es ella tu hermanastra?".

La miré. "Ni si quiera lo pienses, perra".

Se lamió el labio inferior y me tocó el brazo. "Klay, soy la mujer perfecta para ti. Puedo someterme a tus excéntricos gustos en la cama. Solo yo puedo satisfacer tus impulsos más salvajes. Puedo ser la sumisa perfecta para ti. En realidad, solo yo puedo satisfacer al gran Klay Carver. Tu hermanastra es demasiado inocente para ti...".

La agarré del cuello y la empujé hacia la cama. Ella comenzó a toser mientras yo continuaba embistiéndola con mi ira; ya no veía con claridad. Lo único en lo que podía pensar era en matarla por decir cosas que no quería oír.

Ella se puso pálida, pero yo sabía que no se rendiría fácilmente. La solté y me quedé mirándola con firmeza mientras ella tosía sin parar en la cama. Después de recobrar la respiración, suspiró profundamente y me miró mientras acariciaba su cuello.

"No he podido sentir el mismo placer con otros hombres en la cama. Solo tú puedes satisfacerme y sé que tú también sientes lo mismo".