Tener hijo con mi mejor amigo romance Capítulo 47

Punto de vista de Kelly

¿Cómo me había encontrado? No sabia qué hacer mientras me sostenía las manos de rodillas frente a mí. Se me llenaron los ojos de lágrimas, me partía el corazón verlo así. Lo había dejado ir para que pudiera ser feliz con la mujer que amaba, ¿por qué estaba así?

Le había crecido mucho el cabello y estaba barbudo, ojeroso y muy delgado.

"¿C-Cómo me encontraste?".

"Lo siento, te he estado siguiendo".

Respiré hondo y retiré las manos. "¿Qué estás haciendo, Pierce? ¿Por qué lo haces?".

Sentía un gran agobio, el contenido del diario todavía me rondaba por la cabeza y tenía al autor frente a mí revolviendo mis sentimientos. ¿Por qué era tan complicado? ¿Por qué me hacía eso? Me había pedido que lo dejara porque quería recuperar a su primer amor, ¿ahora quería que volviéramos a estar juntos? ¿Por qué razón?

Apreté los labios y me puse firme: "Deberías irte, Pierce. Estás borracho".

"No, Kelly. Sé lo que hago, incluso cuando estoy borracho. Quiero estar contigo y estoy seguro de que cuando me despierte mañana, seguiré sintiendo lo mismo".

Intentó tocarme la mano otra vez, pero lo empujé enojada. "¡Las relaciones no funcionan así, Pierce! No puedes ir y venir a tu antojo, no soy un juguete al que puedes manipular a tu gusto".

"Me arrepiento…", titubeó.

Tomé aire y aparté la mirada al sentir que mis lágrimas estaban a punto de caer. ¿Se arrepentía? Bueno, ya no había marcha atrás.

"Es demasiado tarde para arrepentirse, Pierce".

"No, Kels. Por favor, dame otra oportunidad, esta vez será diferente. Te amaré como mereces, solo dame otra chance, por favor…".

La única manera que encontré de ocultar lo que sentía fue lanzar una risa sarcástica. ¿Me amaría como merecía? ¿Qué pasaba si le daba otra oportunidad y luego se daba cuenta de que amaba más a la otra mujer? ¿Me pediría que lo dejara otra vez?

"Estas confundido, Pierce, no puedes discernir entre la culpa y el amor".

"Estoy seguro de lo que siento, Kelly. ¡Te amo!".

Justo en ese momento, escuché a mis vecinos abrir la puerta para fisgonear. Pierce no quería irse, así que no tuve más remedio que hacer que entrara a mi apartamento, luego cerré la puerta con llave y lo empujé para que se sentara en el sofá. Busqué en sus bolsillos el teléfono y, cuando lo encontré, le mostré la pantalla.

"Ingresa la contraseña".

Me miró a los ojos como un animal herido. "La contraseña es nuestro aniversario de bodas".

Fue como un puñal en el corazón, pero tomé coraje y miré hacia otro lado.

Para redimir mi locura por caer una vez más en su plan, lo miré y repetí: "Olvidé la fecha, ahora introduce la contraseña".

"¿Por qué?".

"Voy a llamar a Lexi para que te recoja", contesté con frialdad.

"¿Cómo quieres que le crea a un hombre que no tiene la valentía de ser sincero?".

No se rindió y prosiguió: "Te prometo que me casaré contigo, te daré la boda más grandiosa que pueda existir, será la envidia de todos. Te daré el mundo, pero vuelve conmigo, te lo ruego. Te amo mucho".

"¡No necesito el mundo, Pierce! No necesito una gran boda. Quiero un hombre que pueda estar a mi lado con orgullo y que esté dispuesto a sacrificarlo todo por la relación. ¿Eres ese hombre?".

No pudo sostenerme la mirada. "No podía cancelar el compromiso de un momento a otro, eso podría perjudicar a la empresa y mi padre...", vaciló.

"Entonces, no hay nada más de qué hablar. Vete", lo interrumpí de manera tajante.

"Kelly, no puedo perder la empresa. Pusiste todo tu esfuerzo ahí, es el fruto de nuestro arduo trabajo, de modo que no puedo renunciar a las cosas que tanto atesoras".

"Eso ya no me importa, Pierce".

Su expresión volvió a cambiar y el dolor apareció en su mirada. "Kelly, por favor… ¿Qué debo hacer para que me ames? ¿O al menos dime qué debo hacer para que me creas?".

No tienes que hacer nada; de hecho, te creo, pero no hay manera de que nos reconciliemos. Nuestra relación terminó, nos hicimos daño, Pierce. Hazme caso, dejemos atrás lo sucedido y que cada uno siga su camino".

Vi lágrimas en el rabillo de sus ojos. "No quiero", vaciló.

Le agarré la mano, la levanté y le mostré su dedo anular. "Ya no tienes el anillo de boda en tu dedo, eso es prueba de que hemos terminado, Pierce. Ya te lo quitaste, deberías concentrarte en tu próximo casamiento en lugar de perder el tiempo aquí conmigo. Acéptalo, no somos el uno para el otro".

"Vete o llamaré a la policía y te denunciaré por acoso sexual", lo amenacé inmutable mientras miraba al desahuciado hombre frente a mí.