Resumo de Capítulo 46 – Capítulo essencial de Tener hijo con mi mejor amigo por Internet
O capítulo Capítulo 46 é um dos momentos mais intensos da obra Tener hijo con mi mejor amigo, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Triángulo amoroso, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
Punto de vista de Kelly
"¿Por qué hiciste eso?", dije tratando de controlar mi temperamento. Mis tres empleados se acercaron esperando mi señal para intervenir, pero no los iba a involucrar.
"¿Es así como tratas a tus clientes? ¿Les das la espalda?".
"¿Por qué? ¿Quieres comprar mis flores? Lo siento, pero solo vendo mi mercadería a quienes saben apreciarla".
Lexi hizo un gran esfuerzo por no perder los estribos. "No seas soberbia, Kelly. Sigues siendo una perdedora que intenta con todas sus fuerzas volar alto y alcanzar mi nivel. Para que sepas, nunca podrás igualarme en ningún aspecto".
Me reí de forma sarcástica mientras la enfrentaba. "No me interesa igualarte, porque siempre estuve por encima de ti. Lo demuestra cómo corriste hasta aquí para acusarme de tonterías. Solo buscas a quien culpar, Lexi".
"¡No te hagas la mosquita muerta, Kelly! Sé que quieres robarme a mi prometido".
"¿De verdad crees eso, Lexi? ¿Cómo puedes ser tan insegura? ¿Crees que me rebajaré para vengarme de ti? Ya estamos grandes para eso".
"¡Deja de hacerte la desentendida, Kelly! Pierce no ha vuelto a casa y no contesta mis llamadas. ¡Estás escondiendo a mi prometido!".
Sonreí. "Ahora lo entiendo. Déjame decirte una cosa…". Hice una pausa y me incliné para susurrarle: "Eso se llama karma".
"¡Eres una maldita, Kelly!".
Incliné la cabeza. "Tal vez tengas razón, pero creo que soy tu karma".
Levantó la mano para abofetearme, pero yo agarré las flores que había arrojado al suelo y se las metí en la boca. Nunca fui violenta, pero, si me provocaban así, no me iba sentar a llorar en un rincón. Sin duda, iba a defenderme y, en particular, a luchar por mi bebé.
Lexi gritó y tropezó. Sin querer, se agarró de un arreglo y cayó al pisó con flores y todo.
En cierto modo, me daba lástima verla llorar en el suelo maldiciendo sin cesar y revoleando flores de manera desenfrenada.
Por un momento, me vi reflejada en ella. Estaba tan cegada por el amor que sentía por Pierce que me olvidé de mí misma. Siempre había antepuesto su felicidad a la mía y olvidé que yo también era un ser humano con sueños y metas.
Pierce había sido bueno conmigo, siempre me había tratado de manera correcta, pero no me amaba. Él me brindó todo su apoyo y atención, en verdad se esforzó, aunque le faltó lo principal: amar. No me quería como yo a él, y veía frente a mí a Lexi, que estaba en la misma situación.
¿Cómo una mujer exitosa podía terminar así, perdida por un hombre?
Demasiado amor. Creo que ese era el problema. El amor no correspondido puede ser muy tóxico y hasta mortal, y los únicos culpables de eso somos nosotros.
"Pierce no volvió a contactarme, Lexi", mentí mientras la observaba. "Si quieres que la relación funcione, debes confiar en él".
Ella negó con la cabeza. "¡Solo admite que se ven en secreto, Kelly!".
Se le notaba la rabia en los ojos, pero ya me estaba cansando de escuchar sus tonterías.
"¿Qué hacemos, señora?".
"Yo me haré cargo de los daños. ¿Puedes preparar otro ramo? Nuestro cliente lo recogerá antes de las seis de la tarde, y no queremos decepcionarlo, ¿verdad? Descansaré un rato en mi oficina".
"Sí, señora. Le traeré unos bocadillos enseguida".
Sonreí y asentí. "Gracias".
Me masajeé la sien mientras iba a mi oficina y me senté en mi scritorio. Pensé que ese día sería tranquilo y pacífico como siempre, pero Lexi tuvo que arruinar mi estado de ánimo y mis negocios.
Ya eran las seis y media de la tarde cuando decidí regresar a casa. Ana me envió un mensaje de texto diciendo que se encontraría con su madre en el centro comercial y me recordó que había dejado preparada la cena. Había sido una buena decisión contar con ella para que hiciera las tareas del hogar mientras yo estaba en el trabajo, había alquilado un apartamento en un segundo piso.
Llegando a casa reduje la velocidad. Fue entonces cuando vi a Pierce sentado en la puerta, despeinado, desalineado, y con una botella de licor en la mano. Me estaba esperando, y se lo notaba abatido y solitario.
Me empezó a latir el corazón de manera frenética cuando nuestras miradas se encontraron. La confesión en su diario apareció en mi mente y me dejó paralizada, no sabía cómo actuar frente a él.
Él se quedó mirándome sentado en el suelo; yo quedé congelada observándolo.
Para mi sorpresa, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, se arrodilló y me agarró las manos. "Kelly, por favor vuelve conmigo...".
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