Carla cerró la puerta y se la llevo para ver un programa de niños en la televisión, mientras los dos hombres regresaban a casa a preparar las maletas, cuando terminaron solo fueron al aeropuerto privado porque tenían un avión de su propiedad que usaban justo para viajes de negocios.
Lo dejo dentro del avión, se despidió y se quedó ahí parado mirando cómo el avión se perdía ya en el horizonte, pero ya más tranquilo, pues, su padre superaría todo con el tratamiento de su amigo psiquiatra.
Abordó su auto y se fue a su empresa para seguir su trabajo, aunque recordaba a su adorada esposa, eso lo sabían todos sus trabajadores, jamás ninguna mujer se había atrevido a seducirlo, pues ella se había ganado el corazón de todos allí, lo único que les dolía era que a veces lo escuchaban sollozar por ella.
En casa Jenna jugaba con su nana con su abuela que seguía allí por no estar en su casa y ver el vacío al no estar su esposo, pero llegó el tiempo de irse, ella tenía su vida hecha y obligaciones con las fundaciones de ayuda que ella misma había creado y no podía alejarse de ellas eran su responsabilidad, se despidió de su amada nieta, pero prometió que los domingos regresaría para ir a algún lado a pasear.
En verdad que Alice llenaba ese vacío dejado por Judith, amaba a Jenna, la cuidaba, la iba a dejar y a recoger de la escuela, sus compañeros la habían recibido muy bien, la apoyaban en todo, nadie la molestaba o le hacía alguna burla.
Dereck ya había regresado con otros pensamientos, más tranquilo el tratamiento llevado lejos de casa había dado sus frutos, Marck estaba muy contento, su padre ya había regresado a casa diferente y lejos de sentimientos culpables, algo que su hijo daba gracias a Dios, pues eso deseaba a su familia tranquila, sin sobresaltos, ahora sí visitaba a su nieta tranquilo, le brindaba su amor de abuelo como debe de ser que ella más lo quería.
Carla había notado a su esposo más feliz, pero no sospechaba nada, la vida de Marck y su hija se había vuelto muy estable, tuvo oportunidad de tener muy cerca una linda chica de la cual parecía que se había enamorado, sus amigos lo celebraban hasta que escucharon de su propia boca decir.
—Lo siento Loretta, pero no puedo compartir tus sentimientos, amé a una sola mujer y aún la sigo amando, lo siento no insistas
Loretta era una bella modelo que parece se enamoró perdidamente de Él, pero al poco tiempo se dio cuenta de que Marck no le correspondía hasta que lo escuchó de sus propios labios, se resignó a dejarlo seguir y se despidió de Él dándole un beso en la mejilla diciendo.
—Ojalá algún día ames de nuevo, lo necesitas Marck —le dijo esas palabras y viajo a otro país, sus amigos le decían
—Pero Marck, tu esposa ya no está, necesitas amar de nuevo, distraerte
—Amigo, te pierdes una gran oportunidad, era hermosa esa mujer
Marck se levantó de la silla del Bar donde estaban diciendo ya enojado
—¡Basta!, por favor, ¡ya basta!, ¿acaso no entienden? No quiero amar a nadie más, no quiero, no quiero darle tampoco una madrastra a mi hija, ella no se lo merece, nadie va a ocupar el puesto de su madre… nadie, maldita sea, ¡nadie!
Les dio pena verlo, sentarse a sollozar por su esposa, todos sabían y conocían ese inmenso amor entre ellos, ya no le insistieron, pero a Marck se le dañó el genio y prefirió regresar a su casa, al abrir el auto para salir se quedó unos momentos allí sentado, cerro sus ojos y se imaginó la voz de su esposa Judith, riéndose, hablándole, sonreía dentro del auto, los guardias lo observaban y se miraban entre sí imaginando lo que pasaba y prefirieron irse para que no los vea o crea que lo están vigilando.
Cuando abrió sus ojos, Él estaba más tranquilo, entro a su casa y solo dijo
—¿Dónde está mi princesita hermosa? —Se vio una linda niña correr para recibirlo y Él la agarro de la cintura para darle vueltas y vueltas sonriendo muy feliz y Jenna sonreía también, era un cuadro muy hermoso
Jenna se fue saltando cerrando atrás de ella la puerta, mientras Marck se bañaba recordaba a Judith que le encantaba ponerle el champú en su cabello, eso lo hizo sollozar, en verdad que la extrañaba, su amor era verdadero, eran almas gemelas.
La cena con su hija, se compuso de puras risas, anécdotas de ella que le contaba a su papá, Alice le estaba enseñando a cocinar y ella había hecho un omelett para su querido papá, Marck lo probó y le gusto dijo.
—Mi princesita, ¡está riquísimo!, deberías ser chef —Jenna sonrió y expreso
—Papi, que comes que adivinas, quisiera ser chef
—En verdad Jenna, ¿deseas estudiar para chef?
—Si papi, es uno de mis deseos, pero después estudiaré más cosas, todavía estoy muy pequeña, también quiero aprender para ayudarte en la compañía
Marck al escucharla le gusto el entusiasmo de su hija, sus ganas de superarse, era un buen indicio de que era la mejor hija, la mejor hija de Judith, su amor verdadero.
Amor entre padre e hija, un amor muy normal, Marck no quería que la vida de su hija tuviera algún obstáculo o alguien en medio de los dos, por eso no quería enamorarse, por ella, por su hija y por el inmenso amor que tuvo con Judith, no podía olvidarla o no debía olvidarla.

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