Tu Leti Ya Está Muerta, Llámame Leticia romance Capítulo 562

Aunque estaba avergonzada, ella tenía que admitir que, al leer esas novelas, a menudo imaginaba al cuñado como el protagonista.

"Cuñada, ¿no nos alegramos demasiado pronto?", preguntó la cuñada, con cara de confusión.

Ya había tenido dos hijos, y originalmente esperaba que su cuñado se casara con alguien y tuviera una hija para que ella pudiera mimarla.

Ahora... ¿tal vez sus esperanzas se estaban desmoronando?

Desde ese día, Gloria no pudo recuperarse.

No volvió a hacer dieta, no volvió a moldear su figura, todos los días estaba deprimida y hablaba con su esposo sobre si debían tener otro hijo.

¿Quizás tendrían una hija?

Al día siguiente, el papá de Hazel se asustó tanto que voló directamente al Mediterráneo para pescar.

Los sirvientes, muy desconcertados, escucharon.

"No hay hombres, el Sr. Soler y la Sra. Soler están jugando".

"¿Jugando? ¿A qué?", preguntó Gloria emocionada, como si hubiera atrapado un pequeño rayo de esperanza en el polvo.

"¿Quizás abriendo regalos?", respondió la sirviente.

Hubo un silencio en el otro lado: "Sra. Coria, ¿qué tiene de emocionante abrir regalos? Por favor, no me asustes, ahora mismo estoy muy vulnerable, no bromees…"

"No, señora, es el Sr. Soler quien está riendo, riendo a carcajadas, inclinándose hacia adelante y hacia atrás". Dijo rápidamente la Sra. Coria: "¡Me asustó mucho! Esta tan feliz”.

La Sra. Coria había visto crecer a Hazel.

Cuando era niño, Hazel era un poco más aterrador. Cuando era muy pequeño, rara vez lloraba; cuando creció un poco, no tenía muchas expresiones y parecía un hombre muy serio.

Todos pensaron que tenía autismo o algo así.

Lo llevaron a todos los médicos, y todos dijeron que él estaba perfectamente normal, saludable y mentalmente ágil.

No fue hasta que creció un poco más que se convirtió lentamente en lo que es ahora, amable y educado en su vida diaria.

La Sra. Coria nunca había visto a Hazel reír tan abiertamente.

Aunque era muy educado, sus familiares aún le temían un poco.

Los sirvientes, también, murmuraban entre ellos, preocupados de que algún día el Sr. Soler se enojara y los terminara matando a todos.

"¿De verdad?". Gloria también estaba sorprendida.

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