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Un ángel me salvó romance Capítulo 7

—Entendido. —Aun así, a Sofía no le molestaba y, en cambio, ordenó—: No me contactes en los próximos días.

—¿Por qué? ¿De verdad estás en problemas?

«Sin embargo, ella es la única que puede hacerse cargo de algunos asuntos».

—No, solo estoy cansada y me gustaría cambiar mi estilo de vida.

—¿Qué? ¿Por qué de repente estás cansada? ¿No me digas que quieres renunciar a Alas de Luz? ¡De ninguna forma! No lo aceptaré.

Tras escucharla, Sofía no pudo evitar reírse.

—No estoy planeando renunciar a Alas de Luz, Mariposa. Es solo que en los últimos días he estado ocupada con un asunto, así que no quiero aceptar más trabajos. Sin importar quién sea ni cuánto dinero me ofrezca, solo recházalos a todos.

—¿Qué sucedió con exactitud? Si no te puedes hacer cargo, puedes decírmelo. Cada miembro puede ayudarte a encontrar una solución.

Alas de Luz tenía muchos talentos, así que podían resolver el asunto sin importar a quién había ofendido.

—No es nada. —Sofía no quería seguir hablando, así que terminó la llamada con rapidez.

Mariposa estaba acostumbrada al temperamento de Fantoma. Si no quería hablar sobre algo, sin importar cuánto la presionara para que se lo contara, ella no lo diría. Además, creía que Fantoma podía resolver todos los problemas.

De todos modos, nunca podría entender el mundo de los genios.

Cuando Sofía regresó a clases, notó qué la forma en la que la miraban se había tornado más extraña, pero no les dio importancia. Yeimi le echó un vistazo y no pudo evitar desdeñar: «Sin importar si fue hace cinco años o en este momento, sigue siendo tan molesta como siempre».

Después del primer periodo, Sofía se puso de pie y fue al baño. Una joven frente a ella también se puso de pie.

—Encantada de conocerte, Sofía. Soy Isabella Lombardo —dijo la joven que tenía el cabello sobre el hombro; tenía ojos grandes y hermosos.

Sofía solo resopló a modo de saludo; era evidente que no estaba de humor como para hablarle.

—Espera un momento, Sofía. —Isabella no era tan alta como ella y tampoco tenía piernas largas, así que le costó seguirle el ritmo.

—¿Sucede algo? —Podía darse cuenta de que no tenía malas intenciones.

—Sofía, subieron las fotos de tu pelea al foro de la escuela. Lucías tan genial cuando peleaste. —La admiración era evidente en el rostro de Isabella.

—¿Qué fotos?

La joven le dio el teléfono a Sofía.

—¿Me puedo unir a tu pandilla de ahora en más? —preguntó con timidez.

—No formo pandillas.

Sofía les echó un vistazo a las fotos y vio que la discusión del foro se centraba en su pasado; abundaban los comentarios sobre su inmoralidad y descaro.

—No te enojes, Sofía. Siempre se comportan así; soltando tonterías. No te lo tomes en serio.

—Regresa. No te juntes conmigo.

—¿Por qué? ¡Me agradas mucho! —A Isabella no le molestaba su indiferencia.

Sofía no podía hacer nada con alguien como ella y no tenía malas intenciones, así que le permitió que la siguiera.

—¿Me enseñarías a pelear? —preguntó con honestidad.

—No.

«Bueno, no puedo odiarla».

—¿Por qué no? —Isabella se mordió el labio antes de murmurar—: ¿No te agrado?

—No.

—Pero ¿por qué? ¿No soy adorable? —Se comportaba de forma adorable frente a ella.

Si bien Sofía se mantenía impasible, aun así, no cedía.

—No pasa nada, todavía no me conoces bien. Cuando lo hagas en el futuro, sin dudas que te agradaré —divagó, a pesar del silencio de Sofía.

—Mira a Isabella, Yeimi. Realmente fue al baño con Sofía.

—Buf, enséñale una lección así sabe quién manda en realidad en el último año del aula ocho —soltó.

—Mire el pie de mi hija, señor Heredia; está todo enrojecido. Ivi siempre ha sido una hija laboriosa y obediente. La trajimos a la escuela en perfecto estado, pero ahora ni siquiera puede caminar. ¡Debe darme una explicación!

La familia Zapata tenía un poco de influencia en Jujuy, así que no podían permitir que su hija sufriera acoso sin buscar justicia.

Darío frunció el ceño.

—Tranquilícese, señora Zapata. Debe haber algún malentendido, ya que todas son adolescentes.

—¿Cómo me voy a mantener tranquila? Ivi, cuéntale a tu profesor quién te hizo esto.

Selena Arana estaba muy insatisfecha con la actitud de Darío.

—Fue la chica nueva que transfirieron, Sofía Tamarín. Madre, escuché que solía pelear mucho en el pasado y, además de eso, incluso vivió con un rufián y abortó. No quiero estar en la misma aula que esa estudiante —se quejó incluso en voz alta.

Mientras Darío escuchaba, su mirada se tornó un poco más sombría.

—¿A dónde escuchaste eso, Ivana? No es bueno hacer tales comentarios sobre tus compañeras, ya que son rumores infundados.

Más allá de todo, Sofía era su estudiante y esos rumores eran devastadores para una joven.

—¿Es parcial con Sofía, señor Heredia? Si no me da una explicación ahora, iré a ver al señor Lagos —lo amenazó con furia Selena.

En ese momento, Sofía entró a la oficina y, cuando vio a Ivana, supo de qué se trataba todo.

—Tengo una pregunta para hacerte, Sofía. ¿Fuiste tú quien pisó a Ivana?

—Sí —respondió con honestidad.

Darío no pudo evitar fruncir el ceño ante su respuesta.

—Entonces, ¿tienen algún conflicto entre ustedes? Es normal que las adolescentes los tengan.

—No tenemos ningún conflicto; solo no soporto verla.

«Una lección tan insignificante no es nada cuando se atreve a bromear frente a mí».

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