UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 100

Zack arrugó el ceño.

—¿El juicio? —preguntó confundido.

—El licenciado te lo explicará mejor, pero el abogado de Mason logró que adelantaran el juicio y pidió la custodia definitiva de Adriana.

Zack maldijo con impotencia. No podía creer que aquel tipo tuviera tantas intenciones de lastimar que no se midiera.

—No te pongas así, Gazca dice que esto es bueno —replicó Loan—. Ahora solo tenemos que apurarnos, hay mucho que hacer en dos días.

Cuando llegaron de vuelta a la casa el licenciado se sentó a hablar con él. Tenía su estrategia trazada y una idea muy concreta de cómo manejar el juicio contra Mason.

—La ley está de nuestro lado, pero le seré honesto, los tipos como estos nunca dejan de molestar —le aseguró el abogado—. Incluso si la señora Brand consigue la custodia permanente, la ley le da derecho al padre a tener a la niña al menos los fines de semana, y en el mejor de los casos, en que solo le permitan visitas supervisadas, igual aprovechará la ocasión para crear problemas. Eso jamás va a parar.

Zack apretó los puños, eso se lo había imaginado ya.

—¿Qué podemos hacer con eso? ¡Tenemos que poder hacer algo! ¿No?

El abogado respiró profundo y asintió.

—Sí, podemos hacer algo, pero en gran medida depende de la suerte.

—La suerte está del lado de los valientes, solo dígame qué tengo que hacer para alejar a ese infeliz de mi mujer y de mi hija.

Gazca accedió y le fue explicando lo que necesitaban. Pronto Zack se dio cuenta de que tenía razón, conseguir lo que necesitaban dependía mucho de que tuvieran suerte, pero si alguien sabía cómo tentar al destino, ese era él.

—Hay algo más —dijo Milo cuando el abogado por fin se despidió de ellos y se marchó—. La trabajadora social le dijo a Andrea que su casa tiene que estar lista.

Zack cerró los ojos para hacer memoria. Había visto los muebles en casa de Andrea, pero todos apilados y las cosas en cajas. Había que poner en orden todo aquello para que fuera un lugar apto para la bebé.

—No digas eso. Llegaste cuando tenías que llegar.

Andrea lo apretó con más fuerza y trató de no derramar aquellas lágrimas sobre su hombro mientras por fin se sentía segura.

—Pensé que no iban a liberarte esta noche...

—Todo está bien... ya, cálmate.

Le besó el cabello y ella se apretó a él como si consiguiera todo su alivio y consuelo a través de aquel abrazo. Se quedaron así un largo rato, sin decir nada, porque los sentimientos hablaban mejor que cualquier palabra.

Finalmente ella se separó para mirarlo a los ojos y Zack bajó la cabeza para encontrar sus labios en un beso que pasó de la ternura a la ansiedad en un solo instante. Y al siguiente se empujaban uno al otro hacia el baño mientras se sacaban las ropas con gesto apurado, porque solo el agua y los besos podían hacerlos olvidar por un segundo el infierno en el que estaban a punto de meterse.