Resumo de Capítulo 0101 – Uma virada em UN BEBÉ PARA NAVIDAD de Day Torres
Capítulo 0101 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de UN BEBÉ PARA NAVIDAD, escrito por Day Torres. Com traços marcantes da literatura Romántica, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
El agua corría sobre la ropa, por sus cuerpos, mientras intentaban sacársela con movimientos torpes y urgentes. Aquel calor, aquella necesidad de tener al otro piel con piel, aquella desesperación por tenerse los estaba consumiendo. Andrea levantó los ojos para encontrar los de Zack que la miraba con una mezcla de deseo, amor y culpa.
—¿Qué pasa? —murmuró acariciando su pecho y Zack pasó los dedos sobre los moretones que tenía en los brazos.
—Lo siento...
—Oye, no fue tu culpa —lo interrumpió Andrea.
—¡Pero si yo no me hubiera ido...!
Andrea respiró profundo y le dio la espalda, levantado el rosto para el que el agua de la ducha cayera sobre él.
—Tienes que dejar eso atrás. La culpa no nos sirve ahora —susurró—. Si no te concentras en lo que está por venir nada se solucionará.
Zack apoyó la frente en su cabeza, le apartó el cabello y le besó la nuca con suavidad, haciendo que un escalofrío de placer recorriera todo su cuerpo. Andrea cerró los ojos, disfrutando de la sensación de sus labios junto a su piel. Zack bajó, besando su cuello, mientras le pasaba una mano por la espalda, acariciándola hasta hacerla jadear.
Andrea se estremeció al sentir los labios y la lengua de Zack recorriendo su hombro. Se sentía como si estuviera en un sueño, y cada vez estaba más cerca de perderse en él. Lo sintió soltar su brasier y acariciar sus senos con gesto posesivo mientras pegaba el pecho a su espalda. La sensación de sus dedos cerca de su piel la enloquecía, y dejó que la pasión se apoderara de ella.
Zack sabía que estaba lista para él. Llevó una mano hacia abajo y comenzó a desabrocharse el pantalón mientras Andrea disfrutaba de aquel sonido. Se dio la vuelta para encontrarse con su piel desnuda, cubierta por todos aquellos tatuajes, y sus labios se unieron con una pasión salvaje.
—Dime si puedo hacer esto, nena... —suplicó él—. Dime si te puedo hacer el amor hasta que te desmayes.
La sintió sonreír contra su boca y asentir.
—Hasta que me desmaye es un buen límite —susurró y cerró los ojos mientras acariciaba su miembro.
No necesitaba mucho para despertarlo completamente, pero quería hacerlo. La piel le ardía, como si solo pudiera quitarse aquella sensación rozándose con él. Mordió sobre su pecho y fue bajando mientras Zack cerraba los ojos y echaba atrás la cabeza. Bajó más, hasta que sus rodillas tocaron el suelo húmedo, hasta llegar a su miembro y lo tomó entre los labios con delicadeza. Zack gimió al sentir como la boca de ella recorría su longitud y el calor de su lengua traspasaba su piel.
Andrea disfrutaba viéndolo perderse en aquel placer, y continuó su labor con rapidez. Sus manos acariciaban sus muslos mientras él gemía cada vez más alto, provocándola a seguir adelante sin parar.
Andrea sentía las lágrimas salir de sus ojos mientras Zack se perdía en su garganta y él no pudo contener un gruñido de placer.
—Tú puedes hacerme lo que quieras, Thorcito. Siempre.
Zack no tenía idea de lo mucho que iba a excitarlo aquel estúpido apodo, pero una corriente de deseo lo recorrió como un latigazo porque jamás la había sentido más suya. La besó desesperadamente, la devoró mientras sentía su cuerpo estallar en llamas. Le dio la vuelta contra la pared y la escuchó gemir por el contacto del mármol frío contra sus pezones.
Sus dedos hicieron una fiesta sobre su clítoris, masajeando con fuerza hasta que la humedad empezó a escurrir entre las piernas de Andrea. Podía sentirla latir, la forma perfecta en que sus paredes se contraían alrededor de sus dedos.
—¡Por favor!
Andrea estaba más desesperada que en éxtasis. Su sexo dolía solo por la anticipación, como si tuviera enormes agujas torturándola. Sus puños se cerraban contra el mármol y gemía descontrolada porque necesitaba más, necesitaba todo y él no quería dárselo, solo la llevaba al borde de un orgasmo tras otro y la dejaba allí, sin caer.
—¿Qué quieres que te haga, nena? Dímelo —susurró él en su oído con un tono tan sensual que Andrea sintió que estallaría.
—Por favor, fóllame de una vez, me estás matando —suplicó ella. Sentía que el corazón le estallaría de tanto contener el orgasmo y sabía que en dos segundos más se pondría a chillar.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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