UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 116

—No me sueltes —dijo con la voz más controlada que podía.

—No lo voy a hacer, amor, vamos a arreglar esto, te lo prometo...

—¡Zack! —lo interrumpió ella ocultando el rostro en la curva de su cuello y hablando muy bajo par que solo él pudiera oírla—. Escúchame... tienes que llevarte a Adriana.

Zack intentó separarse para mirarla a los ojos pero ella lo lo dejó.

—¡Escúchame! Te la van a quitar... no te lo puedo explicar ahora pero te la van a quitar, Mason la va a lastimar, tienes que llevártela... —sollozó con desesperación—. La maleta que está en la casa... el plan B por si las cosas no salían... tienes que hacerlo.

—¡Andrea...!

—¡Tienes que hacerlo! Tienes que ponerla a salvo. Prométemelo...

Cuando Zack se echó hacia atrás tenía los ojos llenos de lágrimas.

—¡No te puedo dejar sola...!

—¡Sí puedes! ¡Sí puedes porque ella está primero! —replicó Andrea mirándolo a los ojos—. ¡Nuestra hija está primero! ¡Prométemelo!

Zack sintió como si la tierra se estuviera abriendo bajo sus pies. Ni siquiera entendía lo que estaba pasando pero la desesperación y la angustia de andrea no tenían límites y él sabía que era por algo.

—Se lo explicaré a Gazca, se lo explicaré todo, pero por favor vete —sollozó Andrea—. ¡Tienes que hacerlo ya, tienes que hacerlo ahora! ¡Por favor, te lo suplico...!

Un segundo después los labios de Zack impactaban contra los suyos en un beso urgente y lleno de tristeza. Andrea saboreó la sal de sus lágrimas mezclándose con las suyas, pero solo sintió alivio cuando él tomó su rostro entre las manos y asintió.

—Te amo, te amo con toda mi alma, te juro que voy a volver por ti. ¿De acuerdo? ¡Te amo! —dijo él apurado y con un último beso salió de allí.

Era verdad que no sabía nada, pero no iba a cuestionarla. Levantó a Adriana de los brazos de Milo y sus hermanos lo siguieron al estacionamiento.

—quédense con Andrea, yo tengo que viajar. Voy a la casa por algunas cosas y me subo al avión. Estaré de regreso lo más pronto posible —sentenció.

Zack ni siquiera sabía qué decir, solo comprendía la magnitud de lo que estaba pasando.

—Y ella no lo hizo.

—Fue más inteligente que eso. Los eligió a los dos —declaró Gazca—. Así que no me digas lo que estás haciendo porque no quiero saberlo, solo necesito que vuelvas lo antes posible para definir los próximos pasos.

—¿Podrás sacarla bajo fianza? —preguntó Zack.

—No lo creo, lo intentaré, pero no estamos hablando de un cargo simple por posesión de drogas, estamos hablando de dos kilos de coca, Zack, eso es tráfico, así que no será fácil librarla de esto sin un buen plan.

Zack asintió, pero cuanto más hablaba con Gazca más se preocupaba, sin embargo tenía que enfrentar los conflictos uno a uno, el primero de ellos: ¿Dónde dejar a Adriana?

El viaje fue largo pero cuando finalmente llegaron, ya Zack había tomado su decisión, y menos de una hora después, al tocar a la puerta de aquel departamento en Zúrich, una de las gemelas se quedó atónita mirándolo.

—¿Zack...? ¿Qué haces aquí?