UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 115

Andrea se enfureció al ver a Mason entrar al cuarto de interrogatorios. Sabía que tenía toda la intención de vengarse y ahora sabía de dónde venía todo.

—¡Infeliz! ¡Fuiste tú! —exclamó levantándose porque ni siquiera tenía dudas de que aquello era obra de Mason.

Él le hizo un gesto a los policías que enseguida salieron de la habitación dejándolos solos.

—Tú no eres la única con buenos contactos en la policía —dijo él apagando la pequeña cámara dentro de la habitación—. Resulta que si pagas lo suficiente, puedes conseguir mucha ayuda en el honorable departamento de policía de la ciudad.

Andrea apretó los puños con impotencia.

—¡Eres un criminal, y vas a pagar por esto! ¡Zack no se va a quedar tan tranquilo viendo cómo me incriminas! —escupió con odio. Mason había montado una trampa para su propio beneficio, lo que Andrea no sabía era que ella solo era el cebo.

Mason la miró con desdén, como desafiándola a hacer algo, y le sonrió con cinismo.

—Bueno, la verdad es que las pruebas son irrefutables. Dos kilos de la cocaína más pura del mercado en tu camioneta... excepto que no es tu camioneta, parece que no eres una mujer con mucha suerte.

Andrea se quedó paralizada.

—No era para mí... —comprendió al instante—. Estabas tratando de incriminar a Zack.

—Y tú de idiota te llevaste su camioneta —suspiró Mason con desidia—. De cualquier forma, mi objetivo se cumplió. Me da lo mismo quién esté preso, si él o tú, la cuestión es que van a estar separados.

—¡Maldit0 infeliz! ¿Cómo puedes hacernos esto? ¿Cómo no puedes pensar en el daño que le haces a una niña? ¡Eres un monstruo!

—Puedes creer lo que quieras, pero voy a sacar mi venganza de una manera u otra, incluso si eso significa que tenga que llevarte a la cárcel —gruñó Mason—. Además, si tanto te interesa la mocosa, todo lo que tienes que hacer es decir la verdad: que la camioneta es de tu noviecito.

—¡No voy a incriminar a Zack en mi lugar! ¿Eso es lo que estás buscando? ¿Que lo traicione? —espetó ella.

—Quiero mi llamada y a mi abogado —fue lo único que salió de sus labios la próxima vez que la puerta se abrió.

—Pero el señor...

—Quiero mi llamada y a mi abogado. Quiero mi llamada y a mi abogado. Quiero mi llamada y a mi abogado...

—¡Puede seguir gritándolo y no lo tendrá hoy! ¡Se quedará a dormir en este cuartucho hasta que yo lo diga! —gruñó el policía y Andrea apretó los labios.

—Entonces seguiré gritándolo. Quiero mi llamada y a mi abogado. Quiero mi llamada y a mi abogado. ¡¡¡Quiero mi llamada y a mi maldit0 abogado!!!

El policía salió de allí frustrado y Andrea se sentó en su silla y lloró amargamente contra las esposas. Sin embargo no habían pasado ni quince minutos cuando se escuchó un revuelo afuera, voces alteradas, gritos y aquella puerta se abrió violentamente para dejar paso a un hombre furioso.

Andrea sintió que el alma le regresaba al cuerpo cuando Zack corrió hacia ella y la envolvió en un abrazo. Sentía que estaba a punto de desmayarse, ni siquiera podía abrazarlo por estar esposada a la mesa, pero apenas sus ojos se cruzaron con los de él, supo lo que tenía que hacer.