UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 172

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UN BEBÉ PARA NAVIDAD Capítulo 0172 por Internet

Giselle la miró con una mezcla de desprecio y sonrió.

—¡Tú no puedes hacerme nada! En cuanto salga de aquí voy a ir directamente a la policía a denunciarte y...

—Eso me parece muy bien —la interrumpió Andrea—. Pero antes, ya que te gusta tanto arruinar la vida de los demás, ¿Qué tal si hacemos lo mismo con la tuya?

Sacó su celular y se lo lanzó a Zack con un guiño.

—¿Amor, me haces el favor de grabar esto? —le pidió y para el horror de Giselle vio cómo Zack encendía la cámara de su celular y comenzaba a grabar.

—Ahora, Giselle —le dijo Andrea a la cámara—, dile al mundo quién eres en realidad. Diles que eres una zorra ofrecida y chantajista y que te encanta que te graben haciendo cosas sucias. No puedes negarlo.

—¡Cállate, eres una estúpida! ¡Imbécil, suéltame! ¡No puedes hacerme esto, yo soy una figura pública!

—Si es que no te voy a hacer nada, solo te voy a dar lo que te gusta —sonrió Andrea y se empezó a subir el vestido.

Antes de empezar a revelar algo se quitó las bragas frente a la cámara y les dio vuelta en un dedo.

—¿Dónde están las grabaciones, Giselle?

Andrea la vio hacer un gesto de furia y cuando notó que se iba a poner a gritar le metió aquellas bragas en la boca.

Giselle se quedó atónita y sin poder pronunciar ninguna palabra. No servía de nada resistirse, aquella era la mayor vergüenza que había pasado en su vida.

—¿Dónde están las grabaciones, Giselle?

Ella parpadeó, tratando desesperadamente de encontrar una salida pero era inútil. Si aquel video se subía a las redes su carrera se destruiría para siempre. La famosa Giselle comiéndose las bragas de otra mujer. ¡Oh, el horror! ¡Jamás conseguiría un contrato decente de nuevo! Gritó contra la tela, muriéndose de asco y humillación, pero entre mas tratada de replicar más sentía en el encaje sobre la lengua.

Después de unos segundos de intenso silencio, finalmente se rindió y asintió, accediendo a darle las grabaciones.

Andrea sacó las bragas de su boca con una sonrisa triunfante y se inclinó hacia ella.

—Habla —gruñó.

—Están en un USB en mi cartera —murmuro ella mientras lágrimas de impotencia salían de sus ojos.

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