UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 181

Desesperado era poco. Loan sentía como si algo le oprimiera con fuerza el pecho y no era solo el hecho de no verla.

Ya amaneciendo, de camino a su habitación, se encontró con su hermano Zack en uno de los corredores y terminó caminando como un animal herido frente a él y su cuñada Andrea.

—Te juro que algo le pasó... ¡Lo siento aquí! —exclamó tocándose el pecho como si alguna vez realmente le hubiera puesto corazón a aquella... "cosa casual" que tenían.

—Bueno... siempre puedes ir a preguntar ¿no? —intentó calmarlo Zack—. ¿Tienes su nombre completo?

—Sí, es Danna McKenzie, es una de las mejores patinadoras del equipo de Escocia, pero anoche no la vi con ellos —sentenció Loan. Después de que ella no llegara había ido a la fiesta de inauguración y tampoco estaba allí—. Así que sí, puede perfectamente ser que no quisiera verme, ¿pero tampoco está en el equipo? —negó con insistencia—. No sé, mi instinto me dice otra cosa.

Y como estaba acostumbrado a seguir su instinto lo mejor que podía hacer era ir a preguntar, pero antes de que llegara a la puerta su cuñada lo detuvo.

—Cariño, puedes hacerlo, pero recuerda que si el asunto es delicado, una de sus amigas no te hablará a ti como me hablaría a mí —le recordó y Loan accedió bajo protesta a quedarse con Zack y esperar noticias.

Sin embargo estas no tardaron nada, porque poco después su hermano recibió una llamada de Andrea para que lo llevara al rink de entrenamiento.

Apenas llegaron su cuñada los guio hasta una de las áreas de descanso donde había una chica bajita y menuda, que después de las presentaciones se horrorizó con la petición de Andrea.

—Necesito que le digas a Loan todo lo que me dijiste a mí.

—¡Oiga, yo se lo dije a usted porque es su amiga... pero no lo voy a ir repitiendo a los cuatro vientos! —se molestó la chica.

—A él sí tienes que decirle, porque Loan es el... interesado —le explicó Andrea y él la vio abrir mucho los ojos.

No tenía idea de qué quería decir su cuñada con "interesado" pero resultó evidente que de alguna forma Selina sabía de su existencia.

—¿Él es...? —preguntó señalándolo y observándolo bien.

—Sí, eso creo, así que cuéntale por favor.