UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 206

Danna se giró boca abajo y lo vio en aquellos bóxer tan sexys, con sus cuadritos, aquel pecho totalmente depilado y esas nalg...

—¡Si no te levantas no te voy a dar nada de esto! —la amenazó Loan señalándose el bóxer y en un segundo ya Danna estaba con él bajo la ducha.

Vestirse ellos y alistar a Mauro fue cuestión de minutos, y luego Loan condujo hacia una galería de tiendas que le encantaban.

Danna no pudo evitar sentirse un poco reacia al principio, no sabía cómo sentirse sabiendo que Loan iba a gastarse un dineral en ellos, pero cuando veía la mirada cariñosa e ilusionada que él tenía, no le quedaba más remedio que relajarse y asentir con una sonrisa.

Durante el camino hablaron animadamente sobre los planes para Mauro y Danna se dio cuenta de que Loan ya estaba pensando hasta en su futura educación, incluso había pensado en inscribirlo en una escuela privada.

—¡Todavía tiene seis meses, Loan! —rio Danna—. No vas a poner a nuestro hijo en una escuela privada a aprender idiomas a los tres años. Lo que vas a hacer es ir mucho al parque con él, enseñarlo a hacer deportes y o lo que sea que le guste y dejar que te manipule descaradamente como cualquier niño normal. No queremos que sea un genio, queremos que sea feliz.

Danna podía ceder en cualquier cosa menos en que alguien le pusiera límites a la infancia de su hijo, porque sabía en carne propia lo que era eso. Loan la miró y se llevó una mano a la frente con un saludo militar.

—Muy bien, señora, como usted mande, pero te advierto que te vamos a hacer muchas travesuras —replicó.

Danna asintió conforme y pocos minutos después entraban a una de las tiendas. No quería parecer demasiado sorprendida, pero cada cosita que había allí era exageradamente cara. Sin embargo eran para Mauro y Loan compró de todo, desde un cochecito que parecía una nave espacial hasta ropita y zapatitos como para vestir a un escuadrón de bebecitos.

Una hora después salían de la tienda infantil y se detenían frente a otra tienda enorme.

—Ve entrando, amor, voy a llevar todo esto al auto... a ver cómo hago que todo quepa —sonrió él dándole un beso y Danna casi le tuvo lástima cuando vio que casi tenía bolsas y paquetes colgados hasta en las orejas.

Miró la tienda y entró empujando el cochecito de Mauro. Todo lo que había allí era de marcas reconocidas y también era muy costoso.

—¡No puedes decirme que no te gustó nada! —protestó con un puchero—. Te juro que es la tienda más linda en todo Zúrich...

—Bueno... es que yo estoy acostumbrada a ropa menos... sofisticada —intentó disculparse Danna—. Este... ¿y si me llevas a otra que sea más... normalita?

Loan estaba a punto de contestarle cuando se detuvo. No podía decir que conocía cada una de sus reacciones porque no era correcto, pero en los últimos días la había visto desenvolverse en un ambiente hostil y ya sabía darse cuenta perfectamente cuando estaba en uno.

Se humedeció el labio inferior antes de morderlo, imaginando lo que había sucedido, y luego miró a la tienda y la señaló.

—Quiero que entres por esa puerta ahora mismo —sentenció y antes de que ella pudiera protestar su mirada fue suficiente para callarla—. Camina delante de mí, Danna. Entra a la tienda. Ahora.