UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 256

Danna asintió. No era que no pudiera sostenerse en pie, o que no sintiera las piernas, era que el dolor en las articulaciones de la cadera y en la pelvis no la dejaban estar mucho tiempo de pie.

La doctora la hizo levantarse y dar algunos pasos por la habitación para evaluarla, pero finalmente estuvo conforme.

—Danna, también sería bueno que vayas con un terapeuta. Me dijeron que no estás durmiendo mucho —le dijo y Danna asintió.

—Si conoce alguno que radique en Lucerna, por favor recomiéndemelo. Voy a estar viviendo allá —murmuró Danna.

—Está bien, veré si tengo algún conocido con quien pueda mandarte.

Las horas pasaron muy de prisa y la doctora mandó a que la sedaran esa noche para que pudiera descansar. Al día siguiente en la mañana los abuelos llegaron con Mauro y Loan trató de mantenerse cerca pero no visible mientras la sacaban del hospital.

—Nosotros la llevaremos —dijo Chiara a sus padres porque sabía que ya tenían todo el viaje preparado—. Ustedes pueden irse directo al aeropuerto si quieren.

—Está bien, nos vemos en un par de horas —accedió Luana.

Danna abrazó a su bebé y estuvo mimándolo en todo el camino de regreso a su casa. Allí Chiara la ayudó a subir las escaleras y estuvo consintiendo a su sobrino todo el tiempo que le llevó a Danna hacer su maleta para viajar.

—Chiara... a lo mejor esto que voy a pedir es mucha molestia pero... me gustaría que Jhon me ayudara con un último favor —le pidió ella a su cuñada y Chiara asintió de inmediato, asomándose por la puerta y gritándole a Jhon para que subiera.

—¿Todo bien, reina? —le preguntó él a Chiara pero fue Danna la que le contestó.

—Jhon... no sé qué tan inapropiado sea pedirte esto... probablemente mucho —suspiró la muchacha—, pero ya me ayudaste una vez cuando necesité documentos, y me preguntaba si podías conseguirme otros. Otra identidad, otro nombre...

Jhon arrugó el ceño y se apoyó en el marco de la puerta. Poder sí podía, pero quería entender por qué.

—¿Pasa algo? ¿Por qué crees que necesitas cambiar de nombre? —le preguntó.

Danna se mordió el labio y se dio la vuelta para no mirarlo a los ojos.

—Es que... quiero esconderme de mi madre —dijo sin mucho entusiasmo—, no quiero ni pensar en ella, pero tengo que hacerlo. Ailsa todavía está por ahí suelta, y no puedo arriesgarme, así que necesito un nombre nuevo, uno por el que no pueda encontrarme.

—¿La mataron? —preguntó Danna con incredulidad.

—Emmm... técnicamente... no en el momento...

—¡Diablos, Jhon! ¿Puedes destrabar la lengua de una vez? ¿Qué fue lo que le pasó? ¿Por dónde demonios sufrió la "pérdida de sangre”? —El hombre frente a ella apretó los labios, pero sabía que era inútil esconderle la verdad, porque tarde o temprano acabaría enterándose.

—Por los ocho agujeros que le hizo Loan. —Danna abrió muchos los ojos y Jhon vio la pregunta en ellos—. Le disparó.

—¿Ocho veces? —casi gritó ella.

—Bueno... Ailsa no quería decirle dónde estabas, y Loan parecía dispuesto a todo por recuperarte —murmuró Jhon—. Quizás es feo decirlo pero esos ocho agujeros fueron los que nos permitieron encontrarte.

Danna asintió mientras se alejaba hacia la ventana y se sentó en el alfeizar con la cabeza entre las manos. El karma era una perra después de todo, y definitivamente sabía cómo y dónde morder. Loan no había querido que su hijo tuviera una madre incapaz de perdonar... y en lugar de eso ahora tenía un padre capaz de asesinar.