UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 343

Levi sintió que las lágrimas le hacían un nudo en la garganta, pero finalmente dio media vuelta y empujó el cochecito de su hijo hacia la puerta. Se detuvo en el umbral, con la mano sobre la manija, y se volvió hacia Noémi para mirarla otra vez.

No podía permitirlo, no podía perderla, no importaba lo que tuviera que hacer, o lo que tuviera que aceptar. Era cierto que se había ido, pero también era cierto que había decidido volver.

Cuando la puerta se cerró completamente, Noémi se acercó a pasarle el seguro y apoyó la frente en la madera. Tenía tantas ganas de llorar que le dolía, pero no podía permitirse hacerlo. Después de todo ella era la CEO del Asterion Bank, y no iba a derrumbarse solo porque un hombre le hubiera roto el corazón. Simplemente ya no estaba dispuesta a entregarlo de nuevo.

Pero mientras ella preparaba lo necesario para su boda, Levi también había tomado la decisión de luchar.

Al día siguiente muy temprano se sentó en el borde de la cama, con la espalda curvada, la cabeza agachada y los brazos cruzados sobre el estómago. Las sombras se cerraban sobre él, como si se estuviera ahogando en un mar de tristeza. Su última desesperada tentativa de obtener el perdón y el amor de Noémi había fracasado. Ella se había negado a involucrarse con él de nuevo, y le había dicho que se casaría con Nino.

Así que al parecer la otra pieza clave era el italiano, y Levi no dejaría piedra sin mover.

Ni siquiera se detuvo a pensarlo mucho, dejó a Peter en un prestigioso servicio de guarderías y luego se dirigió a toda velocidad a la oficina de Nino Ambrosio.

Bastó con que diera su nombre para que la secretaria se lo comunicara a su jefe. Si Levi había esperado que le negaran el paso se equivocó, porque la mujer lo hizo entrar de inmediato, por orden de Nino, y Levi fue directamente al despacho.

—Señor Ferguson. —Nino alargó la mano para saludarlo—. Nos conocimos en el evento de inversionistas hace medio año, ¿no?

Pero Levi no le respondió el saludo, haciendo que la mirada del italiano se volviera gélida.

—¡No, te equivocas! ¡Le cambié mi dinero por una oportunidad, pero llevo cinco meses ganándomela! —gruñó Nino—. ¡Llevo cinco meses luchando codo a codo con ella para salvar su empresa y la mía porque eso fue lo que puse en riesgo solo por una maldit@ oportunidad con la mujer que me gusta! ¿Sabes cuántas veces me han dicho que estoy loco? ¡El noventa por ciento de mis asesores me abandonaron por esto, y aun así aquí estuve! ¿Dónde estuviste tú?

Levi apretó los labios con fuerza, porque para eso no tenía una respuesta que lo defendiera.

—Exacto. Tú estabas muy feliz en Noruega haciendo tu vida, olvidado de ella —replicó Nino—. Si te hubieras quedado, si hubieras peleado al menos por ayudarla de la forma en que pudieras... yo habría terminado mi ayuda con un apretón de manos y quizás hubiera pedido un par de millones como compensación simbólica. —Nino se apoyó en la mesa, cruzando los brazos y negando con incredulidad—. Pero tú te largaste. Tú hiciste un berrinche y te largaste, y yo me quedé.

—¡Y ella te tiene agradecimiento! Pero ¿eso es lo único que quieres para un matrimonio? —gruñó Levi entre dientes.

—No me provoques con esa psicología barata que no funciona conmigo —replicó el italiano—. Noémi es libre. Si no quiere casarse conmigo no lo hará. Si se casa conmigo y el matrimonio no funciona, nos divorciaremos. Si quiere quedarse conmigo para siempre, la recibiré. Noémi Keller no es una mujer a la que nadie le dice qué hacer, así que puedes estar completamente seguro de que si dentro de tres días se casa conmigo, fue porque tú lo provocaste. Ahora lárgate de mi oficina, y no vuelvas a hablarme de mi prometida ¡nunca más!

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