UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 345

—No puedes hacerlo, no puedes. Durante meses creí que después de lo que pasó con Odessa no podría confiar en nadie más, no podría amar a nadie más. Y entonces llegaste tú... y sé que los celos y la desconfianza me cegaron pero te juro que aprendí mi lección, Noe, te juro por la vida de mi hijo que la aprendí y que si tú me dejas voy a pasar el resto de mi vida demostrándote que eres lo más importante para mí.

A Noémi le tembló el labio inferior y se lo mordió. Levi se dio cuenta de que estaba conteniendo las lágrimas pero no sabía si eran de impotencia o de añoranza.

—Lo siento, Levi —murmuró ella finalmente—. Te juro que no digo esto para lastimarte, pero no puedo quedarme, porque ahora soy yo la que no puede confiar en ti.

Levi sintió que las lágrimas le picaban en los ojos, pero parpadeó.

—Sí puedes, claro que puedes. Yo te amo... —Hasta él mismo se sorprendió con aquella declaración, pero solo rio y siguió adelante—. Te amo, nena, de verdad te amo. Por favor, te lo ruego, te lo suplico...

Noémi lo miró con expresión de tristeza, pero soltó sus manos y negó.

—Lo siento, pero una mujer vale tanto como vale su palabra y yo ya di la mía. Ya no puedo echarme atrás —sentenció—. No sabría cómo perdonarte por dejarme en el momento más duro de mi vida, y tampoco podría levantar de nuevo la cabeza con dignidad si le faltara a la única persona que sí me ayudó. Así que como ves, mis manos están atadas.

Se dirigió a la puerta y la abrió.

—Por favor no estés aquí cuando regrese —le pidió en voz baja—. Esto solo nos hace daño a los dos.

Salió de la oficina y Levi se quedó allí, aturdido, sintiéndose más solo y más vacío que nunca.

No había una sola gota de antagonismo en el tono de Loan Keller, solo una profunda preocupación, y Nino no era lo bastante estúpido para no darse cuenta.

Aun así su mirada se enfocó en la mujer que se acercaba, con aquel vestido blanco ajustado que no tenía mucho "de novia" pero en ella se veía exquisito y elegante.

Noémi sonrió al tomar la mano de Nino y él le dijo lo hermosa que se veía en un susurro. En pocos minutos los hicieron pasar al pequeño salón y el juez de paz puso frente a ellos el acta de matrimonio, recordándoles todos los deberes y responsabilidades que adquirían al decidir compartir su vida con alguien más.

—Antes de seguir, ¿alguien en este salón conoce algún motivo por el que esta boda no deba celebrarse? —preguntó a los presentes.

El silencio se hizo sepulcral por varios segundos... y luego una voz firme lo rompió.

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