UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 76

Resumo de Capítulo 0076: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo do capítulo Capítulo 0076 do livro UN BEBÉ PARA NAVIDAD de Day Torres

Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 0076, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance UN BEBÉ PARA NAVIDAD. Com a escrita envolvente de Day Torres, esta obra-prima do gênero Romántica continua a emocionar e surpreender a cada página.

Andrea suspiró y se pasó la mano por el pelo. Se sentía exhausta, perdida y un poco insensible.

—Su abogado dijo que este lugar tal como está no era apropiado para criar a un niño, que no era un ambiente saludable, y el juez le dio la razón —murmuró.

—¿Y qué dijo tu abogado? ¿No alegó nada sobre eso?

Andrea se mordió el labio, sintiendo el dolor profundo que este tipo de conversaciones traían consigo, especialmente porque la estaba teniendo con él.

—¿Por qué no me contestas, Andrea? —insistió Zack.

—¡Porque estoy haciendo un esfuerzo ímprobo para no llamarte "estúpido"! —replicó y él contuvo el aliento—. ¡Ni siquiera tengo una cama para dormir, Zack! ¡¿De dónde carajo iba a sacar dinero para un abogado?! ¡Mason me demandó por la custodia y en menos de dos semanas ya se había llevado a mi hija sin que yo pudiera hacer nada!

Los ojos de Zack se llenaron de lágrimas y rugió con frustración. No le cabía en la cabeza que Mason hubiera sido tan cruel con Andrea y la bebé, pero menos que Adriana estuviera sola con extraños en otro lugar.

—¿¡Por qué no me lo dijiste!? ¡Yo pude haberte ayudado! ¡Debiste llamarme...!

—¿¡Te refieres a las tantas veces que no me contestaste al teléfono!? —espetó ella con fiereza y Zack se detuvo en medio de la habitación mientras sentía como si un yunque le estuviera apretando el pecho.

Andrea lo miraba fijamente, sus ojos eran como un fuego helado que bailaba entre el dolor y la rabia. Él trató de sostener su mirada, pero se encontró desarmado.

—No tenía que llamarte y no tenía que decirte nada porque mi hija y yo no somos tu problema desde que decidiste subirte a ese avión y largarte —escupió Andrea—. No te confundas, no te estoy reclamando por eso, pero no tengo ningún interés en discutir nada de mi vida contigo.

Se quedaron callados, solos con el eco de sus palabras. Andrea se sentía enojada y triste a la vez, pero Zack había alcanzado un estado de desesperación que le impedía reaccionar, porque por mucho que ella dijera que no, él sabía que si no se hubiera ido, Adriana estaría en aquella cuna en ese momento.

El corazón de Zack se detuvo durante un largo segundo al escuchar aquello, pero la ausencia de Adriana en aquella cuna era más dolorosa que cualquiera de esas palabras.

—No eres bienvenido aquí, así que por favor sal de mi casa —murmuró ella.

—Andrea...

—Espero que tu padre se mejore.

Y aquello era una sentencia, un "no hay más que decir", un "no quiero verte de nuevo", un "esto se acabó... para siempre".

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