UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 78

Resumo de Capítulo 0078: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo do capítulo Capítulo 0078 de UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Neste capítulo de destaque do romance Romántica UN BEBÉ PARA NAVIDAD, Day Torres apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.

Un auto lujoso se detuvo frente al edificio y de él salió Mason muy bien vestido y una enfermera que llevaba a la bebé en brazos. Andrea enseguida la tomó y la acunó contra su pecho.

—Ben... ¿conoces a algún buen investigador privado? —preguntó de repente.

—Puedo conseguir uno. ¿Por qué? —preguntó su amigo.

—Porque me parece demasiado extraño que un hombre que tuvo que robarle a su mujer y a su hija hace seis meses, ahora llegue conduciendo un Mercedes—Benz de gama superior —replicó con rabia—. Necesito todo lo que haya de ese hombre, Ben, ¡hasta el color de sus malditos calzoncillos!

Se alejó con rapidez y tratando de contener sus emociones se dirigió a la puerta. Tenía que encontrar a Andrea; tenía que disculparse por haberla abandonado y decirle que la ayudaría, que movería cielo y tierra para ponerle a Adriana de nuevo en los brazos de forma permanente, pero primero tenía algo que hacer.

Tomó las escaleras porque con Adriana en brazos Zack estaba seguro de que Andrea tomaría el ascensor, y apenas llegó al primer piso se dio cuenta de que ella ya no estaba allí. Ni siquiera tuvo que salir, bastó para que llegara a la puerta para que Mason se envarara y lo mirara con expresión de asesino en serie.

—¿Tú qué haces aquí? —gruño entre dientes mientras se acercaba.

—Esta es mi empresa, es donde se supone que debo estar, la pregunta es: ¿el dinero que le di a Andrea alcanzó para pagarte la deuda y además comprarte un Mercedes? —replicó Zack con sarcasmo—. O los Mercedes están muy baratos últimamente o tú me mentiste para alejarme...

—No me culpes —sonrió Mason con satisfacción—. Tú fuiste el que se lo tragó.

—No te culpo, tienes razón, pero ahora estoy aquí, y no voy a descansar hasta que recuperemos a Adriana —le dijo.

—¿No te parece que el plural te queda muy grande? ¡Andrea no va a hacer nada contigo! Es mi mujer, la madre de mi hija, y de dos cabrones, solo a uno puede perdonar —espetó con una suficiencia que le hizo hervir la sangre a Zack—. Además, tengo mucho dinero ahora...

Media hora después por fin su bebé se dormía tranquila en sus brazos, y apenas la dejó descansando en uno de los cuneros cuando una de las chicas de la empresa se acercó a ella.

—¡Andrea! Apúrate, ve al escritorio frente a la recepción que un hombre te está buscando —le dijo y Andrea arrugó el ceño.

—¿Un hombre?

—Alto, guapo, delicioso... ¡si no es tu novio, pásamelo! —sonrió la chica y se encaminó hacia el escritorio apresurada, porque no tenía ni idea de quién podía ser.

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