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Un extraño en mi cama romance Capítulo 107

-¿No tienes sueño? -pregunté.

De verdad tenía curiosidad. Él había dormido mucho menos que yo. Se quedó despierto toda la noche por una reunión, fue a Empresas Lafuente temprano a la siguiente mañana, almorzó con nosotros y luego tuvo otra junta en la tarde. No podía haber dormido. No tuvo tiempo para eso.

—Sí pero aún tenemos tiempo para hacer el dibujo.

Era un loco de verdad. Se sentó en el sillón de una plaza junto a la ventana e hizo una pose.

—¿Está bien así?

Se vería bien incluso si se desnudaba por completo. Asentí mientras me sentaba frente a la mesa de dibujo e intentaba mantenerme despierta.

—Sí, está bien.

Tomé el lápiz y boceté un marco. Apenas había hecho las proporciones cuando, de repente, saltó del sillón y dijo:

-Creo que debería tener un libro en la mano. Hará que me vea inteligente.

Caminó hacia mi librero.

-¿Todos estos son tuyos?

-Sí.

-Eres mujer, ¿por qué lees ciencia ficción?

—¿Las mujeres no pueden leer ciencia ficción?

Tomó un libro y volvió al sillón. Luego, cruzó las piernas y comenzó a leer. Una lámpara de techo rosada colgaba encima de su cabeza. La luz rosácea caía sobre Roberto y le daba un brillo suave a su rostro. No se veía tan feroz como normalmente. Probablemente estaba exhausto. Sus pestañas revoloteaban con ligereza. Sólo en momentos como este Roberto se veía menos aterrador. Escogí el mejor ángulo para dibujarlo y estaba por empezar cuando

él levantó la vista y dijo:

-Este libro es demasiado difícil. Déjame traer otro.

Esperé pacientemente a que tomara otro. Se asomó entre los libros un largo rato antes de voltear y pedirme:

-Recomiéndame uno.

-Ese. —Señalé un libro del lado izquierdo del estante—. Ese que se llama Galaxia. Es una novela de detectives. Está muy bien escrito. La lógica es robusta y la trama es compleja.

Miró el libro y volvió al sillón. Esperé la inspiración para saber dónde comenzar el retrato. Justo cuando mi lápiz tocó el lienzo, volvió a moverse.

-¿También está muy difícil para ti?

-¿Jack es el asesino? -me preguntó.

—¿Para qué te molestas en leer novelas de detectives?

Deberías solamente ir a la última página para encontrar la

respuesta.

-Quiero oírla de ti.

—¿Quieres el retrato o no?

-Habla y dibuja al mismo tiempo.

-No puedo hacerlo.

De repente se enojó.

-Isabela, no te interesa hacer mi retrato, ¿verdad?

Claro. ¿Por qué no me interesaría? Pensé cómo expresarme de una manera que fuera discreta pero no completamente deshonesta. Pero él no siguió. Volvió al sillón y comenzó a leer de nuevo. Genial. Esperé que se quedara así. Miré mi teléfono, busqué algo de música que me gustaba y me puse los audífonos en las orejas. Cuando levanté la mirada de nuevo, Roberto se había quedado dormido.

Su cabeza descansaba descuidadamente sobre el sillón.

Capítulo 107 1

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