¿Qué estaba diciendo? Acabábamos de sacarlos de sus cenas, ¿Ahora íbamos a decirles que tenían que esperar porque yo quería descansar?
Levanté mi teléfono y le mostré el mensaje a Abril, quien lo pensó un momento y luego dijo:
—De acuerdo, les daré el mensaje.
Regresó a la habitación en un abrir y cerrar de ojos.
—Están de pie afuera, como cabezas de chorlito
—¿Qué les dijiste?
—Les dije que estás cansada y que necesitas descansar. Después les dije que decidiremos qué hacer una vez que todos se presenten.
Abril aprendía rápido, yo no podría dominar semejante truco de Roberto.
—No estoy segura de lo que está tramando Roberto, pero tengo la sensación de que está tratando de incrementar tu autoridad. Sin embargo, no es tan fácil, puede que ahora mismo estén afuera por orden tuya, pero a quien de verdad temen es a Roberto, no a ti.
Abril hablaba con franqueza, yo también tenía mis conjeturas sobre el motivo por el cual Roberto había hecho lo que había hecho. No estaba contento con mi falta de participación en la Organización Ferreiro, yo era la directora, pero me iba peor que a un gerente de baja categoría y no había nada que pudiera hacer al respecto. No tenía seguidores leales en la Organización Ferreiro, ni tenía la legitimidad que tenía mi madrastra como la esposa legítima de mi padre. Miré a través de la ventana de la puerta, ya se habían reunido varias personas afuera, debían de ser todos.
—¡Hagámoslos entrar! —le dije a Abril.
—Ya que están aquí pueden esperar un poco más. Piénsalo, todo el mundo sabe que estás enferma, pero nadie se molestó en venir a visitarte. Pensar en eso me enfada mucho —dijo antes de meterse una uva a la boca y masticar de forma ruidosa—. Si yo fuera tú, los haría esperar toda la noche.
No podía hacer eso, era por eso por lo que no me temían para nada. Me preocupaba que la muchedumbre pudiera ser una molestia para el personal del hospital, pero estaban muy callados. Se quedaron de pie fuera de mi habitación como troncos silenciosos, nadie hizo un solo ruido.
Al cabo de una hora, uno de los directores llamó a la puerta con suavidad, Abril se acercó y abrió un poco la puerta.
—¿Necesita algo?
—¿Está despierta la señora Ferreiro? Llevamos un buen rato esperando.
—¿Mucho tiempo, dices? —dijo con fiereza—. Ustedes llegaron tarde, es por eso que la directora se quedó dormida esperándolos, ¿Y ahora tengo que despertarla? Se preocupa por la empresa a pesar de estar enferma. ¿Ninguno de ustedes pensó en venir a visitarla al hospital?
La reprimenda de Abril dejó al directivo sin palabras, cerró la puerta cuando terminó de regañarlo, volvió junto a mi cama y siguió comiendo frutas. Le dije que las lavara antes de comerlas, pero me decía que un poco de suciedad ayudaba mucho a mantener a raya las enfermedades. Las frutas eran orgánicas y no tenían pesticidas así que no la matarían.
Pasó otra media hora, no pude resistir más y llamé a Roberto.
—¿Cuánto tiempo piensas hacerlos esperar?
—¿Por qué me lo preguntas? Tú misma deberías hacerte esa pregunta.
—En primer lugar, yo no los habría dejado esperando.
—Entonces hazlos pasar, discúlpate con ellos en persona y diles que les hiciste perder mucho de su valioso tiempo. Te aseguro que la próxima vez que te vean en la oficina te ignorarán.
—Entonces, ¿cuánto tiempo más tienen que esperar?
—No te preocupes por eso, toma una siesta.
Muchas personas estaban afuera de mi habitación, ¿Cómo iba a dormir? Abril estaba escuchando mi conversación con Roberto y se emocionó mucho.
—Voy a pasar la noche aquí. Él tiene razón, ignóralos y duerme un poco, veamos cuánto soportan.
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