¡Eran Han Yifeng y Xi Xinyi!
Estaba muy familiarizada con cómo lucía Han Yifeng. Con sólo la vista lateral de su rostro, pudo reconocerlo con precisión.
La chica a su lado, que llevaba un par de gafas de sol y vestía un traje de primavera azul claro con una bufanda elegante de algodón ligero, era sin duda Xi Xinyi.
Parecían estar eligiendo vestidos de novia. Xi Xinyi miraba encantada los vestidos de novia en los maniquíes a través de las ventanas de la tienda. Levantó el dobladillo de un vestido con una mano, su rostro brillante y animado rebosando con una dulce sonrisa.
Cuando Han Yifeng junto a ella mirabacariñosamente, sus ojos fueron llenados con una ternura que Xi Xiaye nunca había visto antes,cuando él veía a Xi Xinyi elegir su vestido de la boda.
No pudo evitar admitir que al verlos ahí de pie junto al escaparate, ella sentía que eran una pareja sólida. Las sonrisas que salpicaban en sus rostros la hacían sentir inevitablemente molesta de nuevo.
A pesar de que la distancia entre ellos era sólo un delgado y transparente escaparate, parecía que todavía estaban muy lejos de ella.
Nunca se había atrevido a desear nadapor lo que no tuviera que trabajar duro para ganarlo, porque le importaba y lo deseaba, por lo que no le importaba cuánto esfuerzo tenía que hacer. Mientras pudiera luchar por ello con mucho trabajo, estaba dispuesta a darlo todo.
Sin embargo, sin importar lo mucho que lo intentó, todavía no pudo conmoverá Han Yifengu obligarlo a enamorarse de ella, incluso si había estado luchando en silencio por eso, dándole todo como su novia...
Sí, una relación nunca podía ser de un sólolado.
Suspiró decepcionada, cerró suavemente los ojos y los abrió. Tratando de empujar la amargura en su pecho hacia abajo, volteó su cabeza y no quiso pensar en ello o mirarlos más.
Mu Yuchen, que la tiraba al frente, había notado que su estado de ánimo había experimentado un cambio repentino. La mano que sostenía se había enfriado repentinamente, así que se giró para mirarla justo a tiempo para ver la forma en que sus ojos se oscurecían y cómo giraba su cabeza.
Sus ojos se desviaron y rápidamente notó a la pareja que sonreía alegremente en la ventana. Instantáneamente frunció el ceño mientras pensaba en ello.Entonces, de pronto extendió la mano para sostener a Xi Xiaye a través de sus hombros, tirándola hacia su abrazo.Su voz perceptiva y baja pasó lentamente por los oídos de Xi Xiaye:—¡Suficiente’De la manera en que te comportas ahora, ¡¿no te preocupa que mi corazón no esté tranquilo?!
El repentino y fuerte calor asustó a Xi Xiaye. Después de bastante tiempo, ella regresó a sus sentidos. Con sus brazos largos y dominantes tirándola hacia su abrazo, él la miró con reproche y desacuerdo. Por supuesto, había vagas insinuaciones de lástima también...
El sonido de esa suave reprimenda sonaba muy tierno y sensible. Al contrario, no parecía que la estuviera reprendiendo.
Xi Xiaye inhaló agudamente, sintiéndose un poco molesta. Sin embargo, al escuchar la forma en que él hablaba con tanta sensibilidad, de repente se debilitó y su voz roncasonó un poco sombría cuando respondió:— No me importa si estás tranquilo o no. El punto es que yo no estoy tranquila ahora.
Mu Vuchén miró cómo sus brillantes ojos se habían atenuado. Después de pensarlo un poco, dijo: —Deberías estar feliz. Si eso no hubiera ocurrido, ¿cómo podrías haber conocido a alguien tan excelente como yo? ¡Yo, Mu Vuchén, soy mucho mejor que Han Yifeng! ¡Has tirado una semilla de sésamo y has recogido una sandía! Es algo bueno por lo que ni siquiera puedes rezar,incluso si quemaste incienso durante ocho ciclos de vida.
Xi Xiaye estaba inicialmente bastante molesta, pero al oírle decir todo esto...
No pudo evitar sino rodar los ojos aéste hombre cuya confianza era fuera de serie.
—Aunque sólo fuera una semilla de sésamo, ¿de verdad eres una sandía?
—¿No lo soy? Incluso entre los rankingsde solteros más elegibles de Ciudad Z, él parece estar al final. A pesar de que ahora también estoy fuera de los rankings, antes de él todavía estaba Su Chen y ZhouZimo, empujándolo hacia abajo hasta que no podía moverse en absoluto.
El hombre disparó a Han Yifeng una mirada con desdén a través del escaparate, su mirada despreocupada tan helada como el viento.
Xi Xiaye no pudo evitar mirarlo con diversión mientras sonreía: —Mu Yuchen, justo como te ves ahora, mi mente sólo puede pensar en un término.
—¿En cuál?—preguntó Mu Yuchen mientras la sostenía y caminaba sin prisa hacia adelante.
—¡Estás comiendo vinagre![i]—contestó Xi Xiaye maliciosamente.
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