− BUENOS días patrón, voy a llevar a Megan a su despacho.
− ¡Buenos días! Si cuando termines regresa al trabajo Rodrigo. Le dijo serio, se caló su sombrero giro sobre sus botas y se marchó con grandes zancadas.
Rodrigo dio un silbido burlón.
− ¡Sí que esta de muy mal humor hoy! Dijo Mientras camina por el pasillo has las escaleras.
− ¿A qué se debe su mal genio? Pregunto Melisa mirando a su amiga de manera sospechosa.
− ¡Yo que voy a saber! Rodrigo lo conoce mejor que nadie.
− ¡Me parece que esta celoso!
− Eso es la mayor tontería que he oído. Dijo Megan.
− El patrón es muy posesivo.
− ¿Qué quieres decir con eso? Le pregunto Megan, acaso Jack era posesivo con ella.
− ¡Nada! Pero tal vez me haga un moretón en la cara cuando regrese a trabajar. Dijo riendo a carcajadas.
− Pues eso no volverá a suceder, Melisa me ayudara ahora en adelante.
− Realmente me divierte mucho, debe estar hecho una furia.
− Ustedes los vaqueros sí que son extraños.
Rodrigo la dejo en el despacho y de inmediato se puso a telefonear al banco, luego a su abogado y por ultimo su casa. Al parecer todo estaba marchando bien en su ausencia, ya que Jack tenía un ordenador y fax de último modelo recibiría cualquier información.
− ¿Cómo va todo? Llevas más de dos horas aquí. Pregunto su amiga.
− Ya he terminado y estoy agotada, el pie comienza a molestarme. Tendrás que ayudarme a subir.
− Si creo que tendré que hacerlo yo. Rodrigo me ha dicho que Jack le ha puesto mucho trabajo, no lo veré en todo el día.
Dijo su amiga entristecida.
− Bueno es tu culpa, si me hubieras ayudado tu misma nada de esto hubiera pasado.
− Bueno no es culpa nuestra que Jack ande todo celoso por allí. Le reclamo.
− No comiences, él no está celoso nada.
− Bueno entonces porque si no le pudo tanto trabajo a Rodrigo, cuando los vio frunció la cara, eso solo significa que estaba muerto de celos.
− Eso no quiere decir nada. Tal vez tengan trabajo atrasado.
− ¡Si claro! Reconoce que si estaba celoso.
− ¡¿Cómo demonios voy a saber si lo estaba?!
− Eres imposible… ¡Vamos a subirte!
Las mujeres iban como podían hasta que llegaron a las escaleras, a Megan le estaba costando bastante poder andar con la ayuda de Mel, su pie protestaba cada vez más, y apenas iban por el tercer escalón.
− ¿Te ayudo a subir? Aquella voz, la sobresalto acelerándole el pulso.
− ¡Oh Jack! Realmente tenemos dificultades para subir. Le dijo Melisa con gran alivio de verlo.
− Pero podemos hacerlo nosotras solas.
− Megan estas pálida, es mejor que Jack te suba de una vez así no haces tanta fuerza.
Jack la tomo en brazos y comenzó a subirla sin problemas.
− ¿No quieres que yo te suba? Pero si dejas que otro te baje y te ayude. Le reclamo.
− Melisa le pidió el favor a Rodrigo, yo le dije que no lo hiciera.
− ¡Ya!
− ¿Sabes qué? puedes creer lo que quieras. No tengo por qué darte explicaciones.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un Vaquero Enamorado (COMPLETO)