La llevo al dormitorio y la deposito en la cama, estaba empapada y helada los dientes le tiritaban.
− Tengo mucho frio, en ese cajón tengo otro camisón color rosa.
− Toma. Le tendió el camisón. – ¿Quieres que te prepare un té?
− No estoy bien así. Creo que la fiebre me bajo y hora tengo es hipotermia.
− ¡No exageres!
Tocándole la frente para confirmar si aún seguía caliente, pero estaba helada. Ya no tenía por qué estar más allí, la razón le decía que saliera de allí lo antes posible, otra parte de su cuerpo se negaba a obedecerlo. Sentándose a su lado le dio un abrazo para ayudarla a entrar en calor.
− ¿Qué haces? Le pregunto nerviosa por el contacto.
− Intento ser un buen anfitrión.
− No es necesario Jack.
− Yo creo que sí, estas helada.
Se miraron fijamente a la cara y a los pocos instantes sus labios se fusionaron en un beso meramente inofensivo que poco a poco fue transformándose en un beso lleno de pasión, Jack invadió con su lengua la boca de Megan y esta le dio total libertad de hacerlo. Las suaves caricias de Jack sobre su hombro le hacían estremecer porque era tan tierno cuando la tocaba.
Jack se sentía cada vez más frustrado por no poder sentir la piel desnuda de su amante, el camisón era un impedimento para tocarla y estaba deseoso por arrancárselo. El sentía las manos de Megan por su cuerpo desnudo y eso lo estaba volviendo loco, no podía resistir más la tentación así que tomo la decisión de subirle el camisón completamente, dejándola desnuda ante él. Le toco sus suaves y tersos senos mientras ella le pasaba los brazos por el cuello arrastrándolo a colocarlo encima de ella.
Estaba hambrienta y no le importo que estuviera lastimada, ella estaba dispuesta a ser poseída por él, y por supuesto él, no le iba a fallar. Se bajó loa calzoncillos como pudo y se acomodó entre sus piernas, entrando en ella suavemente. Megan reacciono al instante al sentir la presión de Jack y lo insto a que entrara más en ella como si todo aquello le perteneciera.
Para ellos aquella acción era la más natural del mundo, como si ambos se conocieran de toda la vida y lo hubieran hecho cientos de veces. Ella no se quejaba ya que recibía todo lo que Jack le daba. Mientras Megan dormía plácidamente en su hombro Jack la observaba, ¿Qué rayos estaba haciendo? Como se le ocurría hacerle el amor en ese estado, ¿Y qué había pasado con aquello de mantenerse alejado de ella?
Todo se había ido al traste cuando la había visto tan vulnerable. ¡Demonios le gustaba Megan! Que otra cosa podía ser, las cosas podían complicarse mucho si seguían así, ¿Qué debería hacer? Hablar con ella y decirle que le gustaba o dejar las cosas así, era obvio que él también le gustaba a ella ¿y si ella se hacia otra idea? No podía pasar toda la noche haciéndose preguntas, volvería a su habitación, no estaba bien que lo encontraran en la habitación de ella, sin que se aclarara a donde iba a parar aquella aventura.
− ¿Cómo amaneciste Megan? Su amiga entro con una taza de café en la mano.
− Bien, ¿Pero dónde se supone que te has metido tú?
− Lo siento, debes estar enojada conmigo. Grisell me contó lo que paso con Jack.
− Si estoy enojada, no tuve más remedio que aceptar la ayuda de él.
− Lo siento mucho amiga.
Y hablando de ese vaquero, se había ido muy temprano otra vez. Aunque el tendría sus razones para que no lo encontraran en su habitación y era que no deseaba tener una relación con ella, al menos estable. Había sido muy inconsciente teniendo relaciones con el pie lastimado como es que se le ocurría haber hecho tal cosa. La única forma en la que no discutía con ese hombre era en la cama, era el único método en que se la llevaran bien.
− Espero que me ayudes tu Mel, no quiero estar dependiendo de ese hombre todo el tiempo.
− Pero te ayudo, no es tan malo como lo pintas.
− Bueno anoche se despertó y me ayudo con el medicamento. Bueno de hecho lo desperté con mis llamados.
− Hmm… ¿Y que llego en calzoncillos o desnudo?
− ¡Melisa por favor!
− Porque te sorprende, te cuento que los vaqueros de este rancho duermen desnudos o en calzones.
− ¿Y tú como rayos sabes algo así?
− Yo… Hmm... Veras no he tenido chance de contarte algunas cosas, he hecho una pequeña travesura.
− Oh Mel ¿Qué has hecho?
− Rodrigo es un magnifico hombre, y es tan experto sabe cómo complacer a una mujer. Le dijo abrazándose a sí misma
− Melisa por todos los cielos ¿Lo hicieron?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un Vaquero Enamorado (COMPLETO)