− Mucho gusto señorita Blake. Bienvenida a mi casa, puede quedarse el tiempo que guste.
− Muchas gracias Jack. Pero llámeme Megan por favor. Ella es mi amiga Melisa.
− Encantado de conocerla Melisa.
− Gracias señor Jack.
− Entonces porque no entramos y nos refrescarnos con una limonada bien fría. Vamos Rodrigo debes estar sediento. Los invito Grisell.
Las mujeres siguieron dentro de la casa mientras Rodrigo y Jack bajaban las maletas.
− ¿Solo estas dos? Pregunto asombrado, él se esperaba un arsenal de maletas.
− Sorprendido ¿no?, con que una citadina malcriada. Riéndose a carcajadas.
− ¡Eres idiota! Como demonios iba a saber que sería una mujer madura, Grisell siempre hablaba de ella como si fuera una niña.
− ¡Será porque es su abuela! ¿Tú que te pensabas?
Pensaba de todo menos que ella fuera muy hermosa, que solo se trataría de una citadina joven y no aquella chica con los ojos marrones más bellos y una mirada tan dulce e inocente. Comenzaba a sentirse preocupado por la idea que se quedara mucho tiempo en el rancho, podría distraer a los empleados de sus labores incluso pensó que hasta podía distraerlo a el mismo y eso no le pareció nada bueno.
− Es mejor que entremos de una vez. Le dijo a Rodrigo.
− Claro, me interesa saber más sobre la señorita Me…
− ¡Un momento! No quiero que estés rondando como un cuervo ¿Estamos?
− Caramba patrón, si no lo conociera diría que esta celoso. Se detuvo a mitad de camino cruzado de brazos.
− ¿Celos? El sol esta calcinando tu cerebro. No quiero problemas con Grisell, además ella se irá pronto así que no te hagas muchas ilusiones ni te distraigas.
Esto último debía de aplicárselo para el mismo…
− Muy bien, pero dudo que tenga problemas con Grisell porque yo me refería a Melisa no a Megan. Le dijo achicando los ojos.
− La advertencia es por ambas mujeres. Demonios había reaccionado como idiota pensando que a su capataz podría gustarle Megan, aunque a cualquier hombre podría gustarle aquella mujer de piel de porcelana. – Lo mejor es que corras la voz, no quiero hombres desfilando por mi casa.
− Entendido patrón.
Una vez dentro las mujeres estaban sentadas en la cocina tomando limonada con galletas de chocolate que había preparado Grisell aquella mañana, mientras reían y charlaban animadamente.
− Llevare sus maletas arriba. Grisell, no sé qué cuarto has preparado para ellas.
− ¡Oh sí! arriba la del fondo es la de Megan, y como no sabía que Melisa acompañaría a mi nieta más tarde le preparare una habitación. De momento colócalas en la habitación de Megan.
¿La habitación del fondo? Pero si esa estaba al lado de su propia habitación. Trago saliva, tendría a esa mujer a escasos metros de, él, y no podía hacer nada al respecto, si hacia algún comentario las invitadas podrían sentirse ofendida o incomodas. Mientras que Rodrigo se había instalado al lado de la Melisa haciendo caso omiso de sus advertencias, se servía una limonada y les sacaba conversación a las féminas.
− Y bien abuela cuéntame que haces aquí al sur de Texas. Llevo meses buscándote en Atlanta pero no tenía nada de suerte ¡y ya me doy cuenta por qué!
− Cuando me fui de la casa trabaje en muchos restaurantes en la ciudad, pero sabía que podía encontrarme con tu abuelo en cualquier momento, así que decidí venir hasta aquí. En San Antonio trabaje en un café y conocí al padre de Jack le gustaba como preparaba los desayunos así que me dio trabajo en su casa y me quede.
− Qué vida abuela. ¿La has pasado mal?
− No mi niña para nada. Mi vida ha sido muy buena. Extrañe mucho a tu padre y a ti en especial, pero no soportaba a tu abuelo y esa vida que él decía que era lo mejor.
− Te entiendo abuela, he tardado tanto en dar contigo le había pedido a mi padre para buscarte pero se negó. Cuando murió me propuse hacerlo y aquí estamos.
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