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Una boda por venganza romance Capítulo 4

—¡Ella está embarazada, abuelo!

Los ojos del anciano se abrieron enormes al escuchar las palabras de su nieto, le miró con rabia.

De pronto, el abuelo lanzó una bofetada a Eduardo.

El hombre tocó su mejilla, mientras su madre le abrazaba.

—¡Por favor, suegro, no le pegues a mi hijo! —suplicó Yolanda, la madre de Eduardo.

—¡Cállate! Esto es tu culpa, Yolanda, siempre defendiendo a este cobarde, bueno para nada. ¡No puedo creerlo! Si te quedas con esa mujerzuela, ¡no serás el CEO de ninguna empresa! Solo un empleado más.

Eduardo le miró sorprendido.

—¿De verdad? ¿Prefieres que mi hijo quede sin padre?

El abuelo sintió que eso le dolía.

—¿Prefieres que Glinda sea solo una madre soltera y mi hijo pague por mis pecados? —exclamó Eduardo

El abuelo sintió que no tenía fuerzas, hundió la mirada.

—Bien, cásate con esa mujer, pero nunca la aceptaré, ya veremos si tú o tu hijo heredan algo, porque en este momento prefería dejar todo a la beneficencia pública que a ti, o al estúpido de tu padre, ya que mi querido Dylan no parece querer perdonarme nunca.

El abuelo salió de ahí tan decepcionado.

Eduardo agachó la mirada, mientras su madre le consoló.

—¡Está bien, hijo! Cuando el bebé nazca, tu abuelo se doblegará, y querrá hacerlo el único heredero de la familia.

—Espero que sí, madre, pero otra vez abuelo mencionó a él…

—Nadie se interpondrá en el camino de tu hijo. Dylan tampoco. Lo barreré todo por ti. Pero te pregunto por una última vez. ¿El bebé que lleva Glinda es realmente tuyo?

Eduardo y Yolanda no vieron a Glinda detrás de la puerta, ella los escuchaba, tocando su vientre.

—¡Por favor, madre! Claro que sí.

—Lo sé, Eduardo, confía, tu abuelo hará lo que queremos, siempre lo ha hecho.

Glinda entró, estaba satisfecha con lo que escuchó.

—¿El abuelo Aragón me odia?

Yolanda abrazó a Glinda.

—Tranquila, lo que importa es que ese bebé nazca sano y salvo, él será nuestro seguro para que el abuelo los perdone —sentenció Yolanda.

***

Dos meses después.

Marella estaba descansando en casa.

Renunció a su trabajo en el despacho de contabilidad, necesitaba descansar, y no quiso anunciar una incapacidad por su aborto, no quería que nadie lo supiera, era algo que dolía demasiado, solo su mejor amiga, su padre y madrastra lo sabían.

Eduardo nunca se comunicó con Marella, y ella era consciente de que su círculo de amigos inventaron chismes sobre ella.

Marella miró a su amiga.

—Dime la verdad, Suzy, ¿Qué está pasando?

Suzette dudó, pero al final habló.

—Mañana por la noche se celebra la fiesta de compromiso entre Eduardo y Glinda, lo siento, Marella, la gente está sorprendida, no hay nada que hacer.

Marella estaba recostada en la cama, hundió su cabeza. Comenzó a pensar, el mismo odio volvió a dominarla, no quería que todo le saliera bien a los traidores.

—Mañana volveré, Marella.

Suzette se despidió con un beso, y se marchó porque su esposo la esperaba en casa.

Marella no pudo evitar que las lágrimas rodaran por su rostro, pero sintió una furia, un rencor en su alma.

No pudo dormir en toda la noche.

Capítulo: Un brindis por los traidores 1

Capítulo: Un brindis por los traidores 2

Capítulo: Un brindis por los traidores 3

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