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Una boda por venganza romance Capítulo 5

Un silencio cimbró el lugar, los ojos de Eduardo se ensancharon, sorprendidos al ver a la mujer ahí.

Glinda sintió una rabia intensa.

—¡Haz que se vaya, ha venido a maldecirme! —dijo Glinda casi llorando.

—¡Quiero felicitar a los novios! Se merecen el uno al otro, hacen una pareja perfecta, ¿no lo creen? Después de todo, son igual de traidores, ¿Acaso no engañaste a tu difunto marido con Eduardo, quien me traicionó a mí, Glinda? Diles, diles a todos que esperas un hijo de Eduardo, ¿O no es de Eduardo? Ya que es una mujer infiel, dinos, Glinda, ¿Ese hijo que esperas es realmente de Eduardo Aragón? —exclamó Marella en voz alta, sintiendo una adrenalina que le daba fuerzas.

La gente estaba tan sorprendida, Eduardo estaba al borde de un ataque de ira.

Glinda estaba llorando sin control, corrió alejándose, abrumada por la humillación, Yolanda fue tras ella.

Justo al fondo, con una sonrisa burlona, estaba Dylan Aragón, el primogénito de Máximo y medio hermano de Eduardo.

«Venir aquí y ver esta humillación, valió toda la pena», pensó satisfecho admirando a la joven valiente que estaba destrozando la reputación de Eduardo.

—Señor Dylan, acompáñeme —dijo un guardia.

Dylan arrugó el gesto con rabia, estaba bebiendo su copa de vino.

—¿Y por qué?

—Es una orden de la señora Yolanda Aragón, usted debe irse, está repudiado por la familia Aragón, no se admite su presencia aquí, será expulsado por las buenas o por las malas.

Cuando lo tocaron, Dylan los miró con ojos feroces.

—¡Quítame tus manos de encima o te mataré!

Los hombres lo soltaron.

Dylan miró alrededor, pudo decirle al abuelo, pero con lo que vio se sintió satisfecho, no quería quedarse más, dejó la copa, salió del lugar, subió a su auto y se marchó.

***

Eduardo se acercó a Marella, su gesto severo logró asustarla, pero el abuelo se acercó a ellos.

—Marella, por favor, hija, debes irte. Eduardo tomó una decisión, te suplico que te vayas por dignidad.

Marella observó al anciano, pensó que estaba en su contra, siempre creyó que le agradaba, ahora no lo creía.

Sus ojos se volvieron tristes, decepcionados, el abuelo Santiago pudo notarlo.

—Bien, he dicho todo lo que quise decir, que seas feliz con tu mujerzuela —sentenció.

Marella salió de ahí, Eduardo fue tras ella, el abuelo quiso detenerlo, pero Eduardo no le hizo caso.

Capítulo: Exnovio humillado 1

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